martes, 23 de diciembre de 2014

Meditación psicológica. Parte 2




Retomando lo que se explicó en la primera parte, en este nivel de meditación debemos comenzar la preparación de la mente aprendiendo a enfocarla con voluntad consciente en objetos externos e internos, mediante ejercicios diversos como los mencionados en el artículo anterior. Una vez tenemos un mediano control de la mente como para centrar nuestra atención en aquello que nos interesa realmente, cuando somos capaces mínimamente de darnos cuenta de nuestra dispersión para recobrar la concentración y de “dejar pasar” las ideas circulares  o fijas que nos perturban para continuar en nuestras simples tareas cotidianas, cuando estamos más conscientes de nuestro Presente como única posibilidad de cambio y vivencia plena y enseñamos a nuestra mente a prestar atención a los detalles de las actividades, al disfrute de los pequeños momentos e incluso, al arte de contemplar la belleza oculta de las cosas que nos rodean; entonces podemos decir que estamos listos para la fase de Observación profunda.

Observación: El arte de verse a sí mismo



Esta fase representa el núcleo de la meditación psicológica, siendo la anterior una preparación como hemos señalado, para aprender progresivamente a vernos en “acción”. Si bien el concentrarnos en una actividad e incluso entrar en ese estado de flujo que mencionan algunos psicólogos actuales, es parte también de ese manejo y liberación mental requerido para llevar a cabo nuestras actividades, la Observación profunda o el desarrollo de la Mente Testigo, es una capacidad que está más relacionada con la Inteligencia emocional, como una habilidad para “vernos desde la tribuna” como espectadores de la película de la vida que nosotros mismos protagonizamos. Esta especie de “desdoble” de conciencia, nos permite visualizar nuestros roles actuando como “papeles protagónicos” en las diferentes escenas de la cotidianidad, nos permite identificar nuestras emociones cuando se desbordan o cuando intentan erupcionar desde nuestro interior hacia el exterior en nuestras relaciones o en nuestra solitaria intimidad, nos ayuda a ver lo que hay atrás del escenario, lo que le sucede al “otro” y que detona en nuestras reacciones, y las necesidades de base o de supervivencia del propio ego de las cuales se sustenta para mantener nuestras conductas.
Adquirir esta habilidad o desarrollarla si la tenemos de manera innata como una capacidad de autoanalizarnos, es escalar hasta un punto de nuestra conciencia desde la cual vemos lo que ocurre “desde afuera” y aprendemos a ver de manera cada vez más clara a esos “personajes internos y sus dramas” como aspectos separados de nuestra verdadera identidad.
Para convertir esta capacidad en un hábito y una disciplina no tenemos que esperar a que surja un conflicto que nos confronte a ver en su peor momento a nuestros roles o demonios en pleno drama, que usualmente nos agarran desprevenidos o cansados y con dificultades de autodominio por falta de este entrenamiento. Es muy importante que diariamente nos preguntemos a nosotros mismos sobre nuestro estado emocional, que tengamos un pequeño plan de acción para cada día y organicemos nuestro tiempo, de manera que podamos estar muy atentos en cada acción a realizar; y también es importante evaluar nuestro día, ya que, aunque no hayan explotado bombas de discusiones o conflictos, los roles siempre están actuando y aprender a detectarlos es la habilidad más importante de esta meditación. Solo de esta manera estaremos más despiertos cuando los conflictos o tensiones aparezcan.
La destrucción de roles y la liberación emocional son en sí mismas la función de la Catarsis o Depuración, para lo cual se requiere una ampliación de este proceso en otros artículos. Pero en esta fase, la meditación psicológica nos lleva a identificar cada uno de los participantes de las comedias o dramas que diariamente vivimos. Más allá de sentir que se lograron los “objetivos” del día, o de que experimentemos placer o satisfacción con nuestras actitudes, con una meditación sincera y analítica, podemos aprender a desenmascarar los demonios ocultos de nuestra psique, e incluso reconocer dos de ellos que suelen enceguecer a la mente, a la hora de ver nuestra conducta con ecuanimidad: El rol de Justificador y el rol de Juzgador. Esta pareja de roles, a la que llamo J.J. a menudo hecha por tierra la claridad con la cual nos observamos a nosotros mismos. Por eso son los primeros que recomiendo observar nítidamente.

EL JUSTIFICADOR

Este personaje aparece cuando al momento de meditar con el propósito de revisar una conducta que hemos considerado inapropiada o estaba cargada de emociones densas, comienza a “decirnos mentalmente” que nuestra acción tenía un “porqué”, que “no teníamos o tenemos otra opción”, que “el otro merecía nuestra respuesta” etc. Es el eterno excusador, el que pone el “pero” al momento de ver fríamente nuestras fallas. Cuando logramos ver este pero y lo acallamos, al menos temporalmente, la meditación puede continuarse con la compañía del sabio y humilde silencio, pues no existe ninguna razón que justifique el nutrir nuestras más aberrantes conductas ni nuestros más oscuros pensamientos y emociones.

EL JUZGADOR

Es la cara opuesta del justificador. Es el que nos incita a la culpa por nuestros “fracasos”. Ciertamente, no es fácil verse a sí mismo, pues todos estamos plagados de defectos y de monstruos internos que estropean nuestro avance espiritual. Pero este demonio suele aprovecharse de la más mínima emoción de pena o tristeza ante la realidad de nuestro mundo interior y alimentada por ella comienza a castigarnos –con voces interiores-, por aquellas cosas que hicimos mal, quizás como una proyección inconsciente de esa autoridad infantil que minaba nuestra estima ante nuestras “fallas”. Detectar este Juzgador es muy importante para frenar el crecimiento del poderoso rol de La Víctima, que suele ser una fuerte causa de nuestro estancamiento y durante una meditación debemos ser lo más claros posibles como para no caer en esta trampa de considerarnos inferiores o “lacras humanas” por poseer roles; no solo porque todos tendríamos que estar en esta guerra interior para crecer, sino especialmente porque el Alma “sabe” que ella no está hecha de estas máscaras, sino que es una identidad iluminada por la Luz de nuestro Ser Divino y puede superar todas estas conductas.
Como podemos ver, la práctica de esta meditación ya nos confronta con un mínimo proceso de catarsis al frenar en seco estos dos roles. Sin  embargo una catarsis completa requiere detener a J.J en todo momento y en cada situación, lo cual es un proceso que exige mucha atención de nuestra parte.


¿Cuándo realizar esta fase de la meditación psicológica?

Cuando se comienza el proceso de autoobservación es recomendable tener un momento específico del día para realizarlo. Personalmente sugiero que antes de iniciarlo se comience con ejercicios de la fase 1 (enfoque mental en un objeto externo o interno) y luego realizar un repaso del día para ver sus comportamientos, por lo que es mucho mejor hacer esto antes de dormir. Es muy común visualizar roles que durante el día no percibimos, emociones que estaban ocultas, pensamientos que eran erráticos u obsesivos. Y cuando esta mera observación se realiza junto con la Catarsis, podemos usar el Rayo Violeta como auxiliar para transmutar lo que encontramos con la visualización.
Si bien la canalización del Rayo Violeta es parte de la Meditación de segundo nivel (Conectiva), una vez adquirimos el conocimiento general de los diferentes niveles de meditación  podemos integrarlos a ambos en una misma sesión para apoyar el proceso de Catarsis, solo con El rayo Violeta y el Blanco. A veces podemos avanzar al Rojo dependiendo de los demonios que hemos combatido. Este tema se ampliará en el tema de la Meditación Conectiva.
Una vez logramos la disciplina de destinar un espacio de tiempo para esta meditación, podemos pasar a la fase 3:

Identificación: “Soy mi Alma, soy lo que Soy”



Esta fase consiste simplemente en lograr practicar la meditación psicológica, no solo durante un momento específico del día, sino durante todas nuestras actividades cotidianas. Para esto recomiendo que en cada espacio de su casa o lugar de trabajo tenga elementos de apoyo donde pueda enfocar la mirada y simplemente detenerse a observarlos para luego centrarse en su interior – por ejemplo un cuadro, un punto en un cuaderno, etc.-. Es importante que nos volvamos cada vez más sensibles para detectar nuestras propias emociones, ya que ellas son la “alarma” que se activa en el momento en que aparecen en escena los roles.
A veces suele ser difícil separar emociones-reacciones, ya que suelen presentarse casi de manera inmediata, en especial si están fortalecidos por engramas. Pero la Observación atenta y permanente nos permitirá ver esta situación, darnos cuenta de los patrones de conducta, es decir, esas reacciones y comportamientos repetitivos bajo las mismas circunstancias, provocaciones o estímulos exteriores. Cuando se realiza junto a la catarsis hay un proceso de frenar tales patrones para lo cual requiere constancia y un hábito de esta meditación. Sin embargo, mientras no iniciamos la Catarsis, esta herramienta de detectar nuestros patrones nos dará una idea de la dificultad que tenemos para aislarnos y vernos a la distancia de las situaciones, evitando la personalización (sentirse atacado) de aquello que sucede o nos dicen; y también nos mostrará cuales son nuestros mayores obstáculos –o mejor, nuestros mayores retos- a superar en nuestro trabajo interior. Para cuando se comience la Depuración psicológica, ya tenemos este avance de vernos claramente sin autoengañarnos y podremos reflexionar y hacer anotaciones sobre estas conductas en este proceso.
El logro más crucial en la práctica de esta meditación al alcanzar esta fase final, es la desidentificación con aquello que no pertenece a nuestra verdadera naturaleza. Empezamos a sentirnos ese Testigo silencioso, esa Fuente de luz y calma que nos permite tener claridad para vernos, para aprender la mejor manera de actuar de acuerdo a cada situación que se presente en el día a día, comenzamos a identificarnos con nuestro Yo íntimo y único que somos y ya no como un loco actor que interpreta múltiples dramas sin sentido y sin dirección alguna. Adquirimos la seguridad de que somos un Alma con cuerpo, pensamientos y emociones, pero no estamos poseídos por ellos, sentimos la mediana libertad de decidir más consciente mente por estos aspectos y no ser esclavo de nuestra reactividad.
Mientras no se haga Catarsis siempre seremos meros espectadores de todos estos personajes y estaremos a expensas de situaciones emocionales agitadas. Pero con la mera práctica de esta meditación, sabremos que no somos esas emociones, lo cual es fundamental para fortalecernos y avanzar en las demás prácticas de Integración (Catarsis, Meditación II o Conexión, Purificación de Chakras, Tantra, Yoga) que en su momento procuraremos transmitir.

Síntesis y Recomendaciones



Haciendo un breve recorrido por lo expuesto sobre la Meditación Psicológica podemos realizar las 3 fases sin que se vuelvan rígidas sino adaptadas a las necesidades de cada lector:

FASE 1: ENFOQUE. Preparar el cuerpo y la mente. Es necesario que se inicie tomando conciencia del cuerpo y la respiración. La relajación inicial es una ayuda. Luego comenzar a autopercibirse logrando que la energía vital sea también detectada para centrar nuestra atención en alguno de estos aspectos (respiración, cuerpo físico, energía o aura). Centrar la atención en la observación de objetos o un sonido externo y luego en objetos, figuras o colores visualizados internamente. Estos ejercicios deben realizarse diariamente en momentos específicos del día, elegidos por cada persona. Durante el día practicar la atención plena en cada actividad cotidiana, en algunas acciones concretas que elijamos o en la contemplación de un lugar especial donde podamos estar.

FASE 2: OBSERVACIÓN. A lo largo del día detenerse a observar o reflexionar sobre circunstancias especiales que se presenten y en las cuales involucramos nuestra emotividad y reactividad. Detectar los personajes que “hablaron” por ti en diferentes momentos. Tomar nota de ellos en lo posible y meditar aisladamente sobre ellos al final de día – sin dejar los ejercicios de la fase 1-, y frenando la participación de J.J (justificador-juzgador). Una lista de todos los roles que puedes ir identificando los puedes encontrar en el cuadro inferior del Mapa Psicoespiritual (Ir a la etiqueta “Demonios internos”).



Preguntas que pueden ayudar:
·         ¿Qué estoy sintiendo en este preciso momento?
·         ¿Cómo reacciono ante…(persona, situación, etc)? y ¿cómo afronte este día hoy?
·         ¿Qué estoy pensando sobre…(una persona o situación o cosa)?
·         ¿Qué estoy haciendo en este momento?
·         ¿Cómo respondí o que palabras dije en “x” situación? ¿Quién habló por mí (roles)?

FASE 3: IDENTIFICACIÓN. Utilizar las actividades cotidianas como herramienta para reconocernos como Almas que viven tal experiencia y estar atentos a nuestras emociones, pensamientos y reacciones cuando tengamos oportunidad, sintiendo que somos quien los maneja. Se sugiere para ello realizar momentos de “stand by”, es decir, descansar, respirar, detener lo que hacemos y reflexionar solo para vernos a nosotros mismos. También se pueden realizar pequeñas meditaciones aisladas de 3 a 5 minutos en determinados momentos claves del día donde se puedan realizar ejercicios de enfoque, de autobservación y finalizar con la autopercepción de nuestra Alma, centrando nuestra atención en el chakra cardiaco –“Soy lo que soy”-. Este ejercicio ayuda a centrarnos y recuperar la identificación con nosotros mismos y no con nuestros roles. Además de anotar los roles detectados antes de la meditación nocturna, puedes incluir un espacio frente a cada rol anotado, para escribir las ideas estratégicas que te servirán posteriormente para hacer tu Catarsis, como por ejemplo: Guardar silencio cuando visualices determinado rol, algún método de relajación y respiración en un momento del día o frente a una actividad o persona en particular, disminuir el volumen de la voz al hablar de un tema, etc.
Espero que con estas recomendaciones puedas animarte a convertir la Meditación psicológica en parte de tus actividades diarias y te encuentres en verdad cada día más cerca de ti mismo.


Para asesorías personalizadas ver Orientación Psicoespiritual en la cabecera de este blog.

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