martes, 6 de enero de 2015

La Depuración del Ego




La Integración Psicológica es la tarea que cada individuo debe realizar de alinear su personalidad o Ego o Personalidad Real a la naturaleza de su Alma inspirado por la Luz Espiritual. Para lograr esto, la Catarsis o Depuración del Ego representa la primera y más esencial de las fases a aplicar de manera que se logre el trabajo de diluir aquello que no es El Alma, es decir, el “No-Yo” del que se habla en los textos orientales, conformado por las máscaras o yoes del ego. La liberación de estos parásitos conlleva al logro de producir la integridad del Ser, la unificación de nuestra Identidad o Conciencia diferenciada, con nuestro propósito trascendente de volver al sendero evolutivo.
El término “catarsis” viene de raíces griegas cuyo significado es “puro” o purificación y fue adoptado por el pueblo cátaro, del cual deriva su nombre. Los cátaros eran reconocidos por sus prácticas enfocadas a la catarsis, costumbres de purificación que no solo estaban relacionadas con el mantenimiento del cuerpo físico sino también de la depuración del Alma.
El trabajo de Catarsis o Depuración del Ego del que hemos hablado en otros artículos, y que también otros autores como Gabriel Silva*, explican ampliamente, se centra en la Observación, Regulación y Superación de las emociones básicas densas que obstaculizan nuestro acceso a nuestro Verdadero Ser expresado en nuestra Alma y sus Esferas de Conciencia. Para comenzar a identificar nuestro mundo emocional y purificarlo, es necesario entrenar nuestra mente operativa o concreta y ponerla al servicio del autocontrol emocional, para, posteriormente, ser capaces de retroalimentar positivamente nuestros pensamientos y dirigir nuestra atención hacia lo más elevado de nuestra naturaleza humana (Ver artículos en la etiqueta “Meditación” de este blog).

A continuación proponemos para la Depuración, como primera parte del proceso de Integración, los siguientes pasos:

1.     
  “Aprender a verse”: Que es el desarrollo de la atención como facultad mental puesta al servicio de la Autobservación de nuestras acciones cotidianas, de manera que podamos detectar nuestras emociones, vernos actuar los respectivos roles o “personajes” que interpretamos y, al reconocerlos, aprender a conocernos. El autoconocimiento por lo tanto es el paso inicial para descubrir de qué manera estamos siendo dominados por dichos impulsos, muchos de ellos automatizados a fuerza de hábitos o costumbres arraigadas, aprendidas o reprimidas que salen de la memoria inconsciente de manera abrupta cuando son estimulados a través del dolor. Este ejercicio inicial se realiza primero con una meditación intelectual o racional (Fases 1 y 2 de la Meditación Psicológica –Ver artículos de meditación en el blog-), la cual es el estado de conciencia básico en el cual centramos la mirada, fría y objetiva, en nuestros patrones de conducta sin juzgarlos ni justificarlos, sino que, a lo sumo, comprendiendo desapasionadamente (análisis, razonamiento y aceptación)  las causas o razones ocultas que se encuentran detrás de nuestras acciones negativas. Cuando una emoción emerge, empezamos a entrenarnos en la autoobservación, tomando dicha emoción como una “señal”, un indicador sincero y transparente que nos permitirá conocer el “yo” que nos domina en el acto. En esta primera fase permitimos que las emociones se expresen y no intervenimos, ya que solo es un proceso de reconocimiento y asimilación, auxiliados por nuestra Inteligencia Divina.

2.     
  “Aprender a detenerse”: En este paso comenzamos a actuar (aplicación catártica), movidos por la Voluntad del Alma hacia el Autodominio de las emociones que aprendimos a reconocer en las distintas situaciones. Cuando una emoción presenta cierto patrón de aparición, nuestro estado de alerta desarrollado nos permitirá detenernos antes de su expresión. Este segundo nivel de Conciencia nos exige por lo tanto un mayor esfuerzo y concentración para lo cual la Meditación Psicológica (en su fase 2 y 3) es muy necesaria, acompañada de ciertos ejercicios o métodos que mejoren el autocontrol, promuevan cierto nivel de serenidad y claridad mental mínima y estabilicen la energía física –sugerencias que se brindarán de acuerdo a las características propias de cada consultante, ya que sin estos elementos podemos caer presos de reacciones imprevisibles. Vale la pena presentar el siguiente párrafo del libro “La Biblia III” donde claramente el autor explica la clave de la Catarsis:

La técnica clave es así: El Yo Psicológico no debe ser asociado con otro. Debe ser observado sin permitirle hacer uso de la aplicación de nuestra voluntad. No hay que dejarlo actuar. Pero tampoco hay que dejar que se oculte ni buscar pensar en otra cosa. Si lo dejamos hacer, lo nutrimos; si huimos de él nos atacará con más fuerza. Así que hay que enfrentarlo (esto es ser francos con nosotros mismos), observarlo y diferenciarlo diciéndonos a nosotros mismos: "Eso no soy Yo. Eso es un programa erróneo de mi cuerpo emocional. No debo dejarlo actuar ni dejar de mirarlo". No hay que perder oportunidad de observarlo. Cuando la Conciencia del Yo Verdadero observa al Yo Psicológico, hace el mismo efecto que el sol sobre las raíces de una cizaña desenterrada. No le dejamos semillar, aunque semillas quedan y volverán a brotar... Cada vez con menos fuerza, hasta extinguirse para siempre. Es muy importante no dejarlo actuar, pues si dejamos que se salga con la suya, es como darle las armas al enemigo. Si se sale con la suya, le dejamos parasitar nuestra Voluntad. Pero si dejamos de mirarle y –buscando sentirnos bien- tratamos de pensar en otra cosa, será como darle la espalda al peor enemigo, y atacará en cuanto nos descuidemos.”

Además, cuando nos proporcionamos satisfacción personal, descanso adecuado y promovemos hábitos físicos y mentales sanos (alimentación adecuada, lecturas sanas, relaciones personales empáticas, actividades estimulantes y contemplativas como el arte, etc), este paso puede llevarse con mayor éxito, pues el estado de alerta mejorará gracias a la energía positiva que nos propiciemos.
Por otro lado, no debe confundirse el detener la emoción emergente o el drama protagonizado por el falso yo, con la represión, ya que esta implica una distracción que los oculta temporalmente o el posicionamiento de un rol de hipocresía. En ciertos momentos donde la fuerza de la emoción negativa es muy fuerte conviene permitir su expresión de manera moderada sin perder del todo la conciencia a causa del dolor emocional, buscando el silencio como estrategia de aislamiento o aplacamiento temporal; pero cuando el silencio es usado a modo de agresión o es tomado por otros como provocación, usar una máscara provisional (hipocresía) será preferible a permitir la salida de emociones como el odio o la ira ciega. Estos últimos son los primeros que deben ser erradicados de manera absoluta, siguiendo en su orden aquellos derivados del miedo y finalmente los vicios, de los cuales discernimos aquellos deseos que si pueden sernos útiles. Una vez vencidos los impulsos violentos más primarios, podremos combatir su otra cara -el “yo hipócrita”-, observándolo y no dejándolo expresarse, ayudándonos del arte de la asertividad: decir al otro solo lo necesario, verdadero y positivo, en el momento adecuado y de la manera correcta, con respeto y serenidad, de acuerdo a la naturaleza de nuestra relación.

Esta serie de pasos son, por lo tanto, un proceso a veces lento, en el que solo el tiempo y la constancia, nos entrenarán debidamente para que al final podamos experimentar el último de los falsos yoes: el “Yo Vacío”, caracterizado por la sensación de “no sentirse” o “estar a la deriva”, momento en el cual dirigimos la mirada a nuestro Ser Espiritual para que la luz ocupe este aparente espacio del Alma.

3.      
“Aprender a liberarse”: Todo el proceso antes descrito no es lineal ni homogéneo, razón por la cual es posible que a lo largo de toda nuestra vida, resurjan emociones que creímos vencer o aparezcan nuevas emociones que antes no experimentábamos. Suele ocurrir, por ejemplo, que luego de vencer estados depresivos, una persona descubre dentro de sí a un “tirano” o “violento”, o a un orgulloso enmascarado detrás de un rol de superioridad; o logre ver un “Síndrome de Gurú”, que lo hace creerse mejor persona que el resto de la humanidad… Esto implica que la atención nunca debe de estar ausente y tengamos el deber moral de Autovigilarnos permanentemente.

Con la experiencia adquirida por la práctica también estaremos más habilitados para dar los primeros pasos hacia la segunda parte del trabajo de Integración que consiste en ir acercándonos, en esos momentos de serenidad, silencio y “vacío” a esos Sentimientos que aspiramos a vivenciar, visualizándolos como un ejercicio de “polarización”, en el cual, al detectar anticipadamente una emoción negativa y lograr frenarla, nos auxiliamos de la mente para realizar una visualización del sentimiento correspondiente o faltante en determinada circunstancia, guiándonos con el Mapa Psicoespiritual que puedes encontrar en este blog (Ver etiqueta “Esferas de Conciencia” o “Roles”) Se trata de buscar la asistencia de la Luz-color más útil en cada situación de manera que podamos invertir la emoción emergente, aumentando nuestra vibración. Con esto logramos re-identificarnos con nuestra Alma, recordar nuestro propósito superior, previniendo con más fuerza las dramatizaciones del ego inferior. Sin embargo este ejercicio (Meditación conectiva) solo debe realizarse en momentos breves y precisos sin pretender canalizar los rayos de manera continuada a menos que sintamos la seguridad de haber aprendido a dominar nuestras emociones. Las canalizaciones de los Rayos o Esferas Superiores de Conciencia, de manera continua, así como la posterior práctica de la Meditación Trascendental se realizará plenamente en las siguientes fases de la Integración, para evitar nutrir, por falta de preparación, los parásitos que puedan persistir en nosotros.

*Gabriel Silva en su libro “Catarsis Cátara”, realiza una ampliación de este proceso de depuración haciendo mención a los diferentes roles del ego o “demonios psicológicos” que deben vencerse en el proceso y brindando algunas pautas y sugerencias para realizar este arduo proceso. Nuestra recomendación, además de hacerse a la lectura seria de este libro, es fortalecerse previamente en el autodominio mental mediante la práctica de la meditación de primer nivel.


Para todos los que quieran iniciar un proceso de Catarsis y desean un apoyo continuado en su proceso, y además quieran recibir información de otras fuentes complementarias para el desarrollo de la meditación en todos sus niveles y otras prácticas que ayudan a la Integración Psicológica, pueden solicitar la Orientación Psicoespiritual (Ver encabezado del blog). Aclaramos que en ningún momento esta orientación pretende enseñar a realizar la Catarsis como tal –mostrar al consultante sus roles-, sino brindar herramientas y acompañamiento para que él mismo pueda combatir en su guerra interior, ya que el proceso catártico es personal e intransferible.

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