La Integración Psicológica es la
tarea que cada individuo debe realizar de alinear su personalidad o Ego o
Personalidad Real a la naturaleza de su Alma inspirado por la Luz Espiritual.
Para lograr esto, la Catarsis o Depuración del Ego representa la primera y más
esencial de las fases a aplicar de manera que se logre el trabajo de diluir
aquello que no es El Alma, es decir, el “No-Yo” del que se habla en los textos
orientales, conformado por las máscaras o yoes del ego. La liberación de estos
parásitos conlleva al logro de producir la integridad del Ser, la unificación
de nuestra Identidad o Conciencia diferenciada, con nuestro propósito
trascendente de volver al sendero evolutivo.
El término “catarsis” viene de
raíces griegas cuyo significado es “puro” o purificación y fue adoptado por el
pueblo cátaro, del cual deriva su nombre. Los cátaros eran reconocidos por sus
prácticas enfocadas a la catarsis, costumbres de purificación que no solo
estaban relacionadas con el mantenimiento del cuerpo físico sino también de la
depuración del Alma.
El trabajo de Catarsis o
Depuración del Ego del que hemos hablado en otros artículos, y que también otros
autores como Gabriel Silva*, explican ampliamente, se centra en la Observación,
Regulación y Superación de las emociones básicas densas que obstaculizan
nuestro acceso a nuestro Verdadero Ser expresado en nuestra Alma y sus Esferas
de Conciencia. Para comenzar a identificar nuestro mundo emocional y
purificarlo, es necesario entrenar nuestra mente operativa o concreta y ponerla
al servicio del autocontrol emocional, para, posteriormente, ser capaces de
retroalimentar positivamente nuestros pensamientos y dirigir nuestra atención
hacia lo más elevado de nuestra naturaleza humana (Ver artículos en la etiqueta
“Meditación” de este blog).
A continuación proponemos para la
Depuración, como primera parte del proceso de Integración, los siguientes
pasos:
1.
“Aprender a verse”: Que es el
desarrollo de la atención como facultad mental puesta al servicio de la
Autobservación de nuestras acciones cotidianas, de manera que podamos detectar
nuestras emociones, vernos actuar los respectivos roles o “personajes” que
interpretamos y, al reconocerlos, aprender a conocernos. El autoconocimiento
por lo tanto es el paso inicial para descubrir de qué manera estamos siendo
dominados por dichos impulsos, muchos de ellos automatizados a fuerza de
hábitos o costumbres arraigadas, aprendidas o reprimidas que salen de la
memoria inconsciente de manera abrupta cuando son estimulados a través del
dolor. Este ejercicio inicial se realiza primero con una meditación intelectual
o racional (Fases 1 y 2 de la Meditación Psicológica –Ver artículos de
meditación en el blog-), la cual es el estado de conciencia básico en el cual centramos
la mirada, fría y objetiva, en nuestros patrones de conducta sin juzgarlos ni
justificarlos, sino que, a lo sumo, comprendiendo desapasionadamente (análisis,
razonamiento y aceptación) las causas o
razones ocultas que se encuentran detrás de nuestras acciones negativas. Cuando
una emoción emerge, empezamos a entrenarnos en la autoobservación, tomando
dicha emoción como una “señal”, un indicador sincero y transparente que nos
permitirá conocer el “yo” que nos domina en el acto. En esta primera fase permitimos
que las emociones se expresen y no intervenimos, ya que solo es un proceso de
reconocimiento y asimilación, auxiliados por nuestra Inteligencia Divina.
2.
“Aprender a detenerse”: En este paso
comenzamos a actuar (aplicación catártica), movidos por la Voluntad del Alma
hacia el Autodominio de las emociones que aprendimos a reconocer en las
distintas situaciones. Cuando una emoción presenta cierto patrón de aparición,
nuestro estado de alerta desarrollado nos permitirá detenernos antes de su
expresión. Este segundo nivel de Conciencia nos exige por lo tanto un mayor
esfuerzo y concentración para lo cual la Meditación Psicológica (en su fase 2 y
3) es muy necesaria, acompañada de ciertos ejercicios o métodos que mejoren el
autocontrol, promuevan cierto nivel de serenidad y claridad mental mínima y
estabilicen la energía física –sugerencias que se brindarán de acuerdo a las
características propias de cada consultante, ya que sin estos elementos podemos
caer presos de reacciones imprevisibles. Vale la pena presentar el siguiente
párrafo del libro “La Biblia III” donde claramente el autor explica la clave de
la Catarsis:
“La técnica clave es así: El Yo Psicológico
no debe ser asociado con otro. Debe ser observado sin permitirle hacer uso de
la aplicación de nuestra voluntad. No hay que dejarlo actuar. Pero tampoco hay
que dejar que se oculte ni buscar pensar en otra cosa. Si lo dejamos hacer, lo
nutrimos; si huimos de él nos atacará con más fuerza. Así que hay que enfrentarlo
(esto es ser francos con nosotros mismos), observarlo y diferenciarlo
diciéndonos a nosotros mismos: "Eso no soy Yo. Eso es un programa erróneo
de mi cuerpo emocional. No debo dejarlo actuar ni dejar de mirarlo". No hay
que perder oportunidad de observarlo. Cuando la Conciencia del Yo Verdadero
observa al Yo Psicológico, hace el mismo efecto que el sol sobre las raíces de
una cizaña desenterrada. No le dejamos semillar, aunque semillas quedan y
volverán a brotar... Cada vez con menos fuerza, hasta extinguirse para siempre.
Es muy importante no dejarlo actuar,
pues si dejamos que se salga con la suya, es como darle las armas al enemigo.
Si se sale con la suya, le dejamos parasitar nuestra Voluntad. Pero si dejamos
de mirarle y –buscando sentirnos bien- tratamos de pensar en otra cosa, será
como darle la espalda al peor enemigo, y atacará en cuanto nos descuidemos.”
Además, cuando
nos proporcionamos satisfacción personal, descanso adecuado y promovemos
hábitos físicos y mentales sanos (alimentación adecuada, lecturas sanas,
relaciones personales empáticas, actividades estimulantes y contemplativas como
el arte, etc), este paso puede llevarse con mayor éxito, pues el estado de
alerta mejorará gracias a la energía positiva que nos propiciemos.
Por otro lado,
no debe confundirse el detener la emoción emergente o el drama protagonizado
por el falso yo, con la represión, ya que esta implica una distracción que los
oculta temporalmente o el posicionamiento de un rol de hipocresía. En ciertos
momentos donde la fuerza de la emoción negativa es muy fuerte conviene permitir
su expresión de manera moderada sin perder del todo la conciencia a causa del
dolor emocional, buscando el silencio
como estrategia de aislamiento o aplacamiento temporal; pero cuando el silencio
es usado a modo de agresión o es tomado por otros como provocación, usar una
máscara provisional (hipocresía) será preferible a permitir la salida de
emociones como el odio o la ira ciega. Estos últimos son los primeros que deben
ser erradicados de manera absoluta, siguiendo en su orden aquellos derivados
del miedo y finalmente los vicios, de los cuales discernimos aquellos deseos
que si pueden sernos útiles. Una vez vencidos los impulsos violentos más
primarios, podremos combatir su otra cara -el “yo hipócrita”-, observándolo y
no dejándolo expresarse, ayudándonos del arte
de la asertividad: decir al otro solo lo necesario, verdadero y positivo,
en el momento adecuado y de la manera correcta, con respeto y serenidad, de
acuerdo a la naturaleza de nuestra relación.
Esta serie de
pasos son, por lo tanto, un proceso a veces lento, en el que solo el tiempo y
la constancia, nos entrenarán debidamente para que al final podamos
experimentar el último de los falsos yoes: el “Yo Vacío”, caracterizado por la
sensación de “no sentirse” o “estar a la deriva”, momento en el cual dirigimos
la mirada a nuestro Ser Espiritual para que la luz ocupe este aparente espacio
del Alma.
3.
“Aprender
a liberarse”: Todo el proceso antes descrito no es lineal ni homogéneo,
razón por la cual es posible que a lo largo de toda nuestra vida, resurjan
emociones que creímos vencer o aparezcan nuevas emociones que antes no
experimentábamos. Suele ocurrir, por ejemplo, que luego de vencer estados
depresivos, una persona descubre dentro de sí a un “tirano” o “violento”, o a
un orgulloso enmascarado detrás de un rol de superioridad; o logre ver un
“Síndrome de Gurú”, que lo hace creerse mejor persona que el resto de la
humanidad… Esto implica que la atención nunca debe de estar ausente y tengamos
el deber moral de Autovigilarnos permanentemente.
Con la experiencia
adquirida por la práctica también estaremos más habilitados para dar los
primeros pasos hacia la segunda parte del trabajo de Integración que consiste
en ir acercándonos, en esos momentos de serenidad, silencio y “vacío” a esos
Sentimientos que aspiramos a vivenciar, visualizándolos como un ejercicio de
“polarización”, en el cual, al detectar anticipadamente una emoción negativa y
lograr frenarla, nos auxiliamos de la mente para realizar una visualización del sentimiento correspondiente
o faltante en determinada circunstancia, guiándonos con el Mapa Psicoespiritual
que puedes encontrar en este blog (Ver etiqueta “Esferas de Conciencia” o
“Roles”) Se trata de buscar la asistencia de la Luz-color más útil en cada
situación de manera que podamos invertir la emoción emergente, aumentando
nuestra vibración. Con esto logramos re-identificarnos con nuestra Alma,
recordar nuestro propósito superior, previniendo con más fuerza las
dramatizaciones del ego inferior. Sin embargo este ejercicio (Meditación
conectiva) solo debe realizarse en momentos breves y precisos sin pretender
canalizar los rayos de manera continuada a menos que sintamos la seguridad de
haber aprendido a dominar nuestras emociones. Las canalizaciones de los Rayos o
Esferas Superiores de Conciencia, de manera continua, así como la posterior
práctica de la Meditación Trascendental se realizará plenamente en las
siguientes fases de la Integración, para evitar nutrir, por falta de
preparación, los parásitos que puedan persistir en nosotros.
*Gabriel Silva en su libro “Catarsis Cátara”, realiza una
ampliación de este proceso de depuración haciendo mención a los diferentes
roles del ego o “demonios psicológicos” que deben vencerse en el proceso y
brindando algunas pautas y sugerencias para realizar este arduo proceso.
Nuestra recomendación, además de hacerse a la lectura seria de este libro, es
fortalecerse previamente en el autodominio
mental mediante la práctica de la meditación de primer nivel.
Para todos los que quieran iniciar un proceso de Catarsis y
desean un apoyo continuado en su proceso, y además quieran recibir información
de otras fuentes complementarias para el desarrollo de la meditación en todos
sus niveles y otras prácticas que ayudan a la Integración Psicológica, pueden
solicitar la Orientación Psicoespiritual
(Ver encabezado del blog). Aclaramos que en ningún momento esta orientación
pretende enseñar a realizar la Catarsis como tal –mostrar al consultante sus
roles-, sino brindar herramientas y acompañamiento para que él mismo pueda
combatir en su guerra interior, ya que el proceso catártico es personal e
intransferible.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.