miércoles, 3 de diciembre de 2014

Violencia vs Defensa Consciente



El Maestro Jesús fue muy claro al advertir: "Yo no vine a traer la paz sino la guerra", aunque nadie entendió esto, porque su actitud era de un ser pacífico -no pasivo, ni manso- que a menudo saludaba al estilo esenio: "Paz a vosotros". Él sabía que estaba generando una separación entre los judíos, y su impacto fue tal que por eso los que se negaron a su mensaje se fanatizaron más, pero muchos otros le siguieron y se dispersaron a otras regiones para evitar la persecución, aliándose con Roma y con la tribu Esenia y otras poblaciones kristianizadas -con conocimientos de la antigua religión teúrgica: En Egipto y Oriente-. El mensaje quedó sembrado. sin que fuera necesario dejarse asesinar, el marcó historia al punto de que los fanáticos de Jehová tuvieron que esconder su mensaje contaminándolo con falsas historias y manipulando las escrituras a su antojo; pero como dice una canción que conozco: "Aunque las llamas devoren tantos libros de los hombres y se aparten de la vista los legados de los dioses, aquellas almas que luchan por vencer a sus temores han grabado la enseñanza con fuego en sus corazones". La verdad tarde o temprano sale a la luz y en el corazón de los sinceros están las respuestas.
Un Ser como el Maestro Jesús, tuvo un nivel de comprensión y autodominio tal, que ni siquiera se permitió la violencia. Hay que saber diferenciar muy bien que no toda acción que a ojos de otros resulte agresiva, lo es en realidad desde el sentimiento y finalidad de un iniciado. Es muy similar a lo que tiene que hacer un cirujano: Usa el bísturí abriéndote de arriba a abajo el abdomen procurando hacerte el menor daño posible y sin embargo sin hacerte esa herida no puede ayudarte y "arreglar" lo que anda mal dentro de ti. Cuando se corta una oreja en advertencia o incluso se mata cuando la vida propia está en peligro, pensando no en sí mismo, sino en la imposibilidad del otro de comprender el karma negativo que se está generando y con sentimiento de verdadera compasión (acción por comprensión), el iniciado asume la responsabilidad del acto porque lo hiso con plena conciencia, poniendo en balanza los efectos con anterioridad.
Un iniciado conoce las leyes universales y sabe que si bien son inmutables, son relativas entre ellas y las elecciones se sustentan de acuerdo a estas. Una herida física o la vida del cuerpo nunca será más importante que el Alma de un ser, aunque sea su enemigo. Además un iniciado cuando libra una guerra exterior lo hace para "liberar y proteger" no para esclavizar. Y si la muerte física del enemigo es la última opción que le queda para liberar a ese enemigo de su propio karma -sus propios actos cargados de odio-, lo ejecutará.
En condiciones menos extremas seguramente tendrá muchas más salidas en caso de peligro y aunque sepa manejar un arma con verdadera sabiduría, no necesitará levantarla en la mayoría de los casos, porque un ser cercano a al estado Krístico tiene unos poderes muy superiores al humano mortal corriente; es un verdadero Mago y ya sabemos todos lo que un verdadero mago puede hacer. Siempre se evita hacer el menor daño posible cuando se tiene tal conciencia y por eso nosotros no podemos compararnos con un ser así, sobretodo porque estamos llenos de distorsiones psicológicas.

Una persona con nuestras limitaciones solo puede sopesar hasta cierto punto los efectos de los actos, pero el problema es que nuestros actos nacen siempre de nuestra emocionalidad, que en la mayoría de los casos es muy densa. Ninguno de nosotros atacaría a otro sino es porque el ego inferior nos domina, por emociones de orgullo, ira, rechazo, antipatía, aunque nos justifiquemos en la injusticia o una guerra contra la mentira...Por eso en nuestro caso, mientras depuramos todo ello, debemos actuar con prudencia, refrenando la agresión y evitando caer en las justificaciones que abran la posibilidad de hacer daño alguno. Ninguno de nosotros es capaz aún de generar heridas o muertes por verdadero Amor, a lo máximo intervenir con inteligencia para evitar la hipocresía y la total indiferencia si las circunstancias nos permiten hacerlo, sopesando los efectos de acuerdo a nuestros principios.

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