lunes, 15 de diciembre de 2014

Ser compasivo no es sentir lástima


Consulta realizada en el 2009



En esta oportunidad quería consultarles a cerca de "La Compasión" puesto que tengo días buscando un punto limítrofe de este sentimiento, pues está bien sentir compasión por el caído, por quien está en aprietos, por quien está en desgracias, pero también la compasión es causante de unos buenos engramas. También pienso que el ser compasivo en muchas ocasiones puede ser una manifestación de un rol del ego, tanto de quien es compasivo como de quien demanda compasión, entonces me surge la inquietud de hasta qué punto está bien ser compasivo y hasta qué punto ya es más un rol del ego que otra cosa.
Si ustedes pudieran aclararme tal inquietud o pueden referirme a un material que me ayude a tener una visión más amplia con respecto a este tema ¡mucho agradecería!!! ¡Un Abrazo!

Hola,
Dentro de la enseñanza que hemos tenido la oportunidad de recibir, nos han aclarado que es muy común confundir la Compasión con la “lástima. Si bien ambos son emociones, la primera es fruto del alcance de un nivel de amor más elevado y puro, mientras que la segunda es fruto del ego. Este último es de alguna forma una expresión de irrespeto frente a la capacidad innata de todo ser humano de salir adelante y superar sus conflictos, sean cuales fueran las condiciones en las que se encuentra, y a menudo se convierte en una escusa para el servilismo o el falso altruismo, actitudes parásitas derivadas del rol básico de baja estima, o en el otro extremo una manera de disimular ante los demás las actitudes de indiferencia y vanidad propias del rol de superioridad. Muchas veces se siente lástima de una condición que en el fondo nos parece inferior a la nuestra. El ego se alimenta de esta emoción reemplazando su verdadero impulso del Alma a la bondad. Para que la lástima sea superada y se transforme en Compasión, que es el amor expresado en términos de servicio activo, es decir, lo que se llama comúnmente , "extender una mano y enseñar a pescar en vez de dar el pez", se requiere salir de la ignorancia de nuestra propia condición. Reconocer si estamos “jugando” el juego de los roles o si estamos en vías de superar las necesidades de aprobación, afecto y control que nos hace ponernos las máscaras de la baja estima o de superioridad.
Hace poco le explicaba a un consultante que hasta que no alcanzáramos esta virtud de manera real, acompañada de entendimiento y conocimiento de nosotros mismos, no es posible alcanzar el mayor fruto del amor que es la comprensión. Le decía que la compasión es la capacidad de ponernos en los zapatos del otro sin pretender SER el otro ni hacer por él lo que solo a él le corresponde; es sentir al otro desde nuestro interior porque ya hemos vivido lo que él vive y es nuestra experiencia la que se ofrece en servicio y no nuestras creencias. Y esto solo se logra si tenemos el suficiente amor propio fortalecido y verdadero como para respetar el camino que el otro decida emprender, y para no tener necesidad de escudarse detrás de la emoción de tristeza que nos causa el otro por su condición y pretender con ello sentirnos aliviados con nosotros mismos. Es común pensar que el que siente lástima es buen "prójimo". La Compasión no es un sentimiento contaminado de tristeza o pena sino unido a la acción del servicio. Quien tiene una mayor visión de la vida por su propia vivencia, sabe que "no hay mal que por bien no venga". El que en realidad siente Compasión tiene la capacidad de mostrarle a su hermano el lado positivo de su aparente desgracia, ayudarle a descifrar el lenguaje en que la vida le habla para su transformación y crecimiento mejorando con ello su sentido de responsabilidad y alejando sentimientos de culpa o su rol de víctima, y por ninguna razón está a favor de perpetuar su condición con el error inconsciente de apañar su dolor culpabilizando al mundo por ello. El compasivo da la mano y enseña a perdonar como acto de liberación; el que siente lástima solo estimula el odio o la baja estima del que sufre. La manera más común de grabar engramas es a través de la vulnerabilidad de nuestros propios roles, pero quien tiene verdadera compasión ya los ha dominado y su ego trabaja para él, no lo domina. Casi todos somos proclives a sentir lástima porque nuestro amor propio es débil y nos dejamos engañar por las ilusiones de la vida. Pero esto no quiere decir que podamos con el tiempo ser cada vez más compasivos.




Un mensaje adicional: Si nosotros viéramos un niño jugando en la arena y vemos que aquello que construyó y a lo cual llamó pastel, fuera derribado por la lluvia; y si le preguntamos al niño porque llora y nos dice “porque no voy a poder comerme el pastel que había hecho”, ¿Qué sentiríamos: lástima o compasión?. Quien sienta lástima es otro niño que se igualó con éste fortaleciendo su creencia de que nunca podrá comer pastel por esta razón y ayudándolo a maldecir la lluvia…Quien sienta compasión no podrá más que sentir ternura, ponerse en su lugar porque entiende que significa ser “niño”, pero animarlo a construir otro pastel….Y eso es lo que hacen los Maestros con nosotros.

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