La Meditación ha sido vista en el pensamiento popular como
un medio para alcanzar un cierto “grado” de espiritualidad, que de otra manera,
bajo la presión diaria de una rutina cargada de distracciones y
responsabilidades inmediatas, parece “imposible” de lograr. Las personas se han
familiarizado con este término y en ocasiones practican “meditación” cuando
requieren de un espacio para sí mismas, un “oasis” en medio del desierto
fatigante de la cotidianidad.
Sin embargo esta visión de la “meditación” es algo diferente
a nuestra percepción de la misma. Esto se debe en primer lugar a que la
“meditación” que nos vende el comercio pseudoesoterista o la New Age, como
desvirtuación de las prácticas orientales, no contempla el hecho de que en
realidad , el volverse “espiritual” no se trata de hacer a un lado el mundo del
día a día con sus tropiezos y aciertos
para sumergirse en un mundo místico donde se anhela la aparentemente lejana
conexión con un Dios o una Fuerza sobrenatural , sino de aprender el arte de
ver la realidad diaria desde una óptica más clara, comprendiendo desde el
interior y con suma atención nuestros procesos
-pensamientos , emociones, actitudes - y siendo conscientes de ellos para
encausarlos hacia finalidades más acordes a la evolución humana.
Y en segundo lugar, si bien, la meditación trascendental,
que es la más conocida, busca que las personas salgan de su superficialidad
para profundizar en su esencia más luminosa, estimulando la conexión con ese
Todo, en un ejercicio que permite detener la mente - obstáculo para dicho fin-,
las personas no tendrían que usar esta herramienta de manera desprevenida, o
por moda espiritualista para sentirse con mejor “vibra” o para escapar de sus
conflictos diarios, creyendo que con esta práctica, sin ninguna preparación
previa, lograrán estados mayores de conciencia.
De hecho, existe un riesgo bastante elevado de “desconexión”
espiritual, cuando la meditación se realiza en estos términos y sin tener
claridad sobre su verdadero propósito. Desafortunadamente, quienes están detrás
del engaño colectivo a nivel de las corrientes religiosas y espirituales,
tienden a desvirtuar la meditación o también a hacer justamente lo contrario:
colocarla por encima de otras prácticas igualmente importantes para el
despertar de conciencia, centrando en ella toda posibilidad de transformación
humana, como si el solo hecho de meditar ya hiciera por nosotros el arduo
trabajo de integrar nuestra psique.
Uno de los problemas que surge con la Meditación Trascendental
justamente, es que la desconexión con la realidad, cuando se emplea para
generar esta “división” o aislamiento de paz del cual muchos están sedientos,
al mismo tiempo genera una dependencia hacia lo desconocido como vía de acceso
a un dios invisible o a una realidad que nos parece mejor que la vivida.
Ciertamente cuando la persona se sumerge en ese océano de “paz” que brinda la
meditación de este nivel, no logra atraer a tierra firme esa paz y esa luz, sino
que se desprende de sus raíces para estar cada vez más lejos, “volar más alto”
y con ello saturarse el alma de anhelos de perfección que solo hinchan más
nuestros roles del ego. Porque la Luz solo nutre al Alma cuando ella está
purificada, de la misma manera que el agua limpia al desnudo. Lo contrario
sería como sumergirse en aguas limpias con la ropa puesta y llena de lodo, para
salir arrastrando luego el lodo por todas partes por donde andemos, manchando
todo, mojando todo, con el autoengaño del que cree ser mejor por ello. Un
absurdo acto de vanidad.
No pretendo despreciar este hermoso arte, sino colocarlo en
el lugar que merece para que, quienes deseemos ponerlo en práctica, no lo
mancillemos con nuestras bajezas, ni demos fuerza a la maleza interior de ese
jardín mal cuidado de nuestras emociones, sino que seamos coherentes y
alcancemos por niveles una preparación adecuada de conectarnos con nuestro
sagrado Ser. Por eso antes de abocarnos a meditar con el propósito de
“Conectarnos con lo Uno y ser Uno con el Todo”, nosotros proponemos que
tengamos presente esas otras “meditaciones” que pasan desapercibidas por ser
más accesibles y cotidianas, pero no menos importantes, en este camino de
recuperar nuestra Dignidad espiritual.
¿Otras meditaciones? ¡Si!! Pocos nos hablan de ellas y
muchos no ven en ellas meditación alguna, pero son formas de meditar que, a
nuestra manera de ver, debieran ser las primeras en realizarse, para garantizar
un proceso adecuado y respetuoso hacia esta Meditación Trascendental, sin el
riesgo de caer en la apatía, en la soberbia espiritual, o falsos roles de “maestría”.
Es posible que no nos dijeran que el solo hecho de aprender
a focalizar nuestra mente para deshacer el mal hábito de la dispersión o de la
fijación obsesiva, es parte de la primera forma de Meditación que todos debemos
conocer y practicar: La Meditación psicológica o Racional. No podemos acceder a
ese estado de calma sin aprender el arte de dominar nuestra atención. Por otro
lado esta herramienta resulta vital para realizar el proceso de Catarsis o
Depuración que nuestra Alma necesita para acceder a otros niveles de
meditación, como la Meditación Transpersonal o Conectiva.
En este “segundo nivel”, es requisito estar trabajando la
Catarsis, y mejor si ya hemos detenido y confrontado a una buena legión de
demonios internos. Así será más fructífero el poder conectarse con la parte más
luminosa de nuestra Alma: Las Esferas de Conciencia como final de este proceso.
(Ver Mapa Psicoespiritual en “Psicología Trascendental” y Glosario de términos)
Y finalmente, al llegar a la práctica de la Meditación
Trascendental o Iluminativa, sin abandonar las anteriores, se llega a una
experiencia enriquecedora, donde el contacto con el Espíritu que nos habita se
vuelve real, no viciado de la artificialidad forzada de quien anhela ser mejor,
sino la plena naturalidad de quien ya sabe Quién
es, se ha visto, y por ello accede a su Divina Presencia con profundo Amor
y Gozo. Ya ha andado el sendero del silencio interior, se ha entrenado en la
autoobservación y el autodominio, y por lo tanto, ya es digno de entrar en su
propio templo interior.
Estas tres formas de Meditación las ampliaremos en futuros
artículos para que puedan servir de guía y herramienta básica en los procesos
de Integración Psicológica que proponemos.
Si deseas un seguimiento personalizado de este proceso, de tu
depuración psicológica y otras herramientas para la integración puedes leer
también Terapia de Orientación
Psicoespiritual en “Asesorías”
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