Cuando en un artículo pasado hablamos de la importancia de
aprender a meditar o iniciarse en la meditación, escalando niveles, nos
referíamos propiamente a que era necesario preparar nuestra mente para esa
anhelada conexión espiritual que finalmente se busca con esta práctica. Y esta
“preparación” no es otra cosa que el entrenamiento de la mente, buscando que
podamos focalizar nuestra atención, lograr el control de nuestras emociones y
pensamientos, de manera que podamos posteriormente oprimir ese “botón de off” o
alcanzar ese estado de “vacío” necesario para acceder a ese nuevo estado de
trascendencia, donde nuestro Verdadero Ser está Presente. Se trata, entonces,
de saber cuándo detener la mente, con la diaria práctica de saber detener
nuestros pensamientos, emociones e incluso nuestros actos. En definitiva:
Actuar cada vez de manera más consciente.
Por eso, mientras vamos poniendo en práctica los niveles de
meditación, nuestra Conciencia, va mejorando al dirigirse hacia aspectos cada
vez más profundos de nuestra identidad y la percepción de la realidad que nos
rodea. Por ejemplo, en el primer nivel de meditación, adquirimos la conciencia
de nuestro ego, como instrumento de
nuestra Alma que está “detrás” dirigiéndolo. En este nivel “nos damos cuenta”
de sus desvíos, de cómo nuestra Alma se encuentra en un sueño mientras que
permite a su ego actuar sin rumbo a través de diferentes máscaras como un actor
que se disfraza y juega a interpretar múltiples papeles, casi siempre trágicos.
A este nivel aprendemos que la atención puede ser centrada
en este ego, es decir, aprendemos a que el Alma comience a enterarse de sí
misma, a “ocupar la casa invadida”, y se prepare a desalojar a los indeseables invasores. Para
ello, adquirimos conciencia de nuestro cuerpo y empezamos a autopercibir
nuestros demás vehículos como herramientas. “Nos damos cuenta” de que no somos nuestro cuerpo, ni nuestra
energía, ni nuestras emociones, ni pensamientos, sino esa Identidad que las dirige
para llevar a cabo nuestros propósitos. Tomamos también conciencia de esos
“propósitos” del Alma, pero solo después, de haber comprendido cómo nuestras
acciones mecanizadas han sido producto de estas falsas identidades o “yoes” del
ego a las cuales hay que vencer.
Nuestra Alma, es como un Rey o Reina que reclama su reino
usurpado. La primera Meditación pretende ayudar a que el ego pueda “Ver las
cosas como son”, para poder entrar en la batalla de reconquistar tal Reino, que
no es otro que el de la Vida misma. De esta guerra ya hemos hablado antes y no
es otra que la Depuración Psicológica o Catarsis. Sin embargo la meditación
psicológica, analítica, consciente o lúcida como otros la llaman, es el medio
indispensable para lograr realizar ese ejercicio de discernimiento requerido,
que nos permita distinguir cada uno de nuestros vehículos, cada una de nuestras
máscaras, cada emoción densa que nos advierte como alarma manifestada
corporalmente de que aún estamos necesitados de aquella Luz que solo nuestras
Esferas Superiores del Alma pueden darnos.
Luego de “tomar conciencia” de estas realidades más próximas
a nosotros, continuamos enfocando nuestra atención al siguiente nivel: el nivel
de nuestra Alma purificada. Pero acceder a los tesoros del Alma es algo que
requiere desenterrarlos del lodo donde están sepultados, es decir, estar en la
guerra psicológica y haber ganado al menos gran parte de sus batallas. Así como
es difícil ver la luz del sol entre las tinieblas de un día lleno de nubes
tempestuosas, es igualmente difícil acceder al Amor, a la Verdad, a la Voluntad
plena, a la Inteligencia superior, a la armoniosa Salud, a la Abundancia, a la
Transmutación total y la Inmortalidad, sin haber despejado el camino de los
demonios internos. Por eso la Catarsis es tan fundamental. Nadar en las aguas
“límpidas” del Alma y manifestar en la vida personal su Esencia solo es posible
si nos purificamos.
Sin embargo, a medida que meditamos al primer nivel y nos depuramos,
podemos ir accediendo a dos de estas Esferas, la Transmutación, cuya Luz Violeta nos ayudará a diluir los Roles o
demonios, y la Verdad, cuya Luz
Blanca nos permitirá ver los engaños externos e internos y ver aquellos parásitos
que se esconden para reconocer nuestras fallas en el proceso. Esto será
ampliado más adelante, así como la práctica de la meditación psicológica. Por
ahora, en términos de conciencia, es importante aclarar, que a un segundo
nivel, la conciencia va más allá del “darse cuenta” y entra a un terreno más
sutil, donde la mente interviene un poco menos y se le permite a nuestras
energías y sentimientos a través de la Intuición, emerger progresivamente. Nos
volvemos más conscientes de esa Presencia que está más allá de nuestro ego y
con la cual nos identificamos plenamente. Con la meditación anterior,
finalmente logramos ver de manera clara nuestra “personalidad”; pero en este
segundo nivel aprendemos a ver nuestra Individualidad,
como ese único Ser que Somos y utiliza los aspectos o cualidades de dicha
personalidad.
Nuestra conciencia se unifica aún más y al mismo tiempo
vislumbra los diferentes aspectos de lo sagrado en nosotros (Rayos de color de
las Esferas Superiores del Alma). Nuestra atención comienza a enfocarse en los
sentimientos más elevados que nos representan como parte del Reino Humano y de
acuerdo a nuestra inclinación o herencia racial, aquellos arquetipos sagrados
se hacen visibles. Es a este nivel que traemos a la mente, recuerdos de quienes
somos y nuestra tarea en la vida, obtenemos información de lo que necesitamos
para plasmarla, recibimos orientación espiritual y respuestas a nuestras
inquietudes, se enciende nuestra maravillosa habilidad de “Crear”.
Y una vez estos dos niveles de conciencia se vuelven
práctica cotidiana a través del enfoque de nuestra atención tanto en el
ego-personalidad- como en nuestra Alma, entonces-y solo entonces-, somos dignos
de acceder al sagrado templo interior: La conexión unificada con nuestro Yo
Divino. La Chispa Divina en nosotros, Nuestro Espíritu Eterno que nos une a
todas las cosas y nos vincula directamente con Dios o con la Fuente Una, se
hace presente en nuestra conciencia, solo a este tercer nivel. Esos momentos de
“iluminación”, que a veces son instantáneos, son solo pequeñas muestras de que
estamos aún más allá de nuestra realidad temporal, de que somos una pequeña
manifestación del infinito Universo.
Esta es la Consciencia Madre, la consciencia plena del Yo
Soy de la que hablan los gnósticos, con la cual todo lo visible y perceptible
desaparece. Pero esta Consciencia es como el Vino de Dionisio, del cual un solo
sorbo puede embriagar al más descuidado de los “sedientos”. Por eso se debe
llegar sin sed y más bien repletos con la gloria que alcanza el Alma al
percibirse con todas sus luminosas vestiduras. Llegar acá, es el sendero del
cual habla el hermoso libro “La Voz del Silencio”, memorizado y traducido por
la maestra H.P. Blavastky, el cual recomiendo leer y cuya comprensión se va
haciendo clara cuando la conciencia se eleva.
Para finalizar dejo este cuadro síntesis donde expongo
también la relación de cada nivel de meditación con el Principio Trino
Universal más predominante en cada proceso, de los cuales también se ampliará
en próximos artículos.
NIVEL DE MEDITACIÓN
|
PRINCIPIO AFIN
|
FINALIDAD
|
ATENCIÓN CENTRADA EN:
|
Meditación Psicológica
|
Inteligencia
|
Ver y Verse.
Mayor comprensión de la realidad
personal e inmediata.
Manejo de la atención básica y desarrollo
de la concentración.
Vencer la dispersión y las fijaciones.
|
1.El cuerpo físico
2.El espacio que nos rodea, la
naturaleza
3. Un foco u objeto externo
4.Un objeto imaginario y/o un color
5. Una acción, actitud (rol o parásito)
o procesos internos y externos
|
Meditación Conectiva
|
Voluntad
|
Canalizar las Esferas Superiores del Alma
Manifestar la Luz del Alma en las
acciones cotidianas
Interiorizar y exteriorizar el mensaje
de los Arquetipos
|
1. El Rayo Color de cada Esfera, de manera pausada y progresiva.
2.Polarizar las emociones en
sentimientos y elevar la vibración áurica
3. Runas o símbolos /Decretos o
Conceptos del Yo Superior
|
Meditación Trascendental
|
Amor
|
Unificarse con la Fuente y el Todo
|
El Ser
|
¿Sabemos orar?
¿Meditación o "desconexión"?
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