¡Hola Denyse!
"Antes de
encarnar el espíritu elige el planeta, el lugar, la familia y también planea
las vicisitudes que tendrá que afrontar durante su vida en el plano
físico..." (sic)
Me interesa
sobremanera tu punto de vista sobre el párrafo anterior...Sigo aprendiendo y
debo aclarar mi criterio sobre el particular. Muchas gracias.
Saludos a Todos
Ustedes.
M.
Hola M,
Consideramos que para que un alma puede llegar a tener la
capacidad de elección madura necesaria para que su experiencia de vida próxima
sea acorde a las leyes de la vida, principalmente a su karma personal, tendría
que tener un nivel evolutivo mayor al promedio del que tiene actualmente la
humanidad. No descartamos la idea de que podamos llegar a visualizar con
claridad la conveniencia espiritual de encarnar bajo ciertas circunstancias; de
que en algún momento tengamos la clara consciencia del sentido de encarnar y de
la tarea o tareas que nos hayamos propuesto realizar para aprovechar la
experiencia de una encarnación. Incluso, si crecemos lo suficiente, ver en
perspectiva, como pueden suceder las cosas, así como un águila puede planear su
vuelo desde las alturas...Pero el llegar a esto, sin duda requiere que antes
hayamos tenido otras experiencias previas que nos hayan acercado paulatinamente
a esa consciencia. De igual manera que para decidir una carrera universitaria
requiramos haber hecho una secundaria previa obligatoria donde hayamos aprendido
la necesidad de comenzar a pensar en nuestra vida futura, en nuestro papel en
la sociedad.
Si aplicamos el principio: "como es arriba es
abajo" y viceversa, es más fácil ver que no todas las almas humanas
podrían tener un maduro criterio de elección que sirva a la finalidad
evolutiva, es decir, no todos elegirían lo que les "conviene" vivir
desde la óptica espiritual y en coherencia con la ley de causa-efecto, de la
misma manera en que un niño no suele elegir las materias que debe aprender en
el colegio, porque el alma que aun trae el peso de la energía egoica (apegos,
deseos, miedos, etc.) seguramente elegiría circunstancias que satisfagan el
capricho de esa parte egoica y lo haga sumergirse en la ilusión (la de evadir
el dolor y buscar el placer, o la de seguir buscando las necesidades de control
típicas del ego), perpetuando así su estancamiento espiritual. Por fortuna si
hemos de confiar en la Causa-efecto como una "ley", tendría que ser
necesario -y como prueba clara de la existencia de la justicia espiritual- que
las energías de la naturaleza , se encarguen del alma que está en este infantil
estado y la conduzcan o la acerquen a la opción u opciones que sean acordes a su necesidad evolutiva,
osea, aquellas experiencias que necesita y le puedan ser más útiles para
aprender. Esto es independiente de que dichas experiencias puedan ser para ese
ser más "difíciles o fáciles.
Mientras nuestra capacidad de hacernos responsables de
nuestras elecciones esté limitada por nuestra ignorancia, estaremos expuestos a
las leyes de vibración y de atracción, aquellas que harán que estemos en el lugar
que tengamos que estar. Es similar a lo que ocurre con las fuerzas
astrológicas: dirigen las circunstancias y los impulsos emocionales-mentales
del carácter de aquellos que no han aprendido a utilizar voluntariamente esas
fuerzas, de la misma forma en que un hombre dormido viaja en un barco en medio
de la tormenta y se diferencia de la habilidad de un experto marinero. Así
mismo es la vida de quien ignora las leyes y su alma sigue siendo esclava del
ego.
Muchos no comparten esta postura debido a que ven como algo
inviolable el don del libre albedrío...pero habría que preguntarles cuántos
humanos son verdaderamente libres de elegir en la vida...Nosotros pensamos que
la libertad real va de la mano del conocimiento y la responsabilidad, y para
ser responsables debemos amar lo que hacemos...¿Cuántos de nosotros lo
hacemos?. Son muchos los humanos a los que aun nos hace falta saber que es la
verdadera voluntad, y qué es una verdadera elección que no sea afectada por la
fuerza de la corriente de los paradigmas impuestos y los pensamientos ajenos.
Por eso consideramos que el hombre que tenga la soberbia de afirmar que puede
decidir algo tan importante como es la propia encarnación, sin que ni siquiera
pueda tener el control de un pequeño aspecto o momento de su vida, es como un
niño que se engaña y no puede aceptar que tiene padres y que aún no ha
aprendido a valerse por sí mismo.
Un abrazo,
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