“Toda causa tiene su efecto; todo efecto tiene su causa; todo sucede de
acuerdo con la Ley; la suerte no es más que el nombre que se le da a una ley no
conocida; hay muchos planos de causalidad, pero nada escapa a la Ley”
Hermes Trimegistro – El Kybalión
Esta
ley, conocida en oriente como la Ley del Karma, y cuya reinterpretación en
occidente ha dado lugar a explicaciones, a veces superficiales, sobre las
razones que causan las experiencias del ser humano, es una ley que simplemente
hace alusión a la lógica de la naturaleza en la cual no existe cosa alguna que
no tenga su origen. Por lo tanto esta ley aclara la inexistencia del azar o de
la casualidad y atribuye esta manera común de explicar los fenómenos o sucesos
a la ignorancia e incapacidad del ser humano de entender o visualizar los
múltiples mecanismo de la vida en su profundidad.
De
esta manera todo lo que no hemos logrado dilucidar de manera racional no pasa
de ser otra cosa que un simple vacío de conocimiento con respecto a las misma
leyes universales, las cuales debidamente estudiadas podrían aclarar todos los
misterios del Universo. Los milagros, los fenómenos para normales, las
vivencias dolorosas inexplicables y muchas otras cosas no resueltas por nuestra
cuestionadora razón, podrían iluminarse bajo la simple aceptación de nuestra
limitada condición humana y el reconocimiento de verdades superiores a las que
debemos ser dignos de acceso.
El
Ser Humano por lo tanto está llamado a trascender progresivamente los niveles
cada vez más complejos y sutiles en los cuales esta ley universal se aplica
hasta convertirnos más en generadores de causas que en supuestas víctimas
inconscientes de efectos ajenos a nuestra comprensión. Esta es la propuesta del
hermetismo para la aplicación consciente de esta ley: conocer cuáles son los
móviles por los cuales nos encontramos aquí, cómo llegamos a ser lo que somos y
conocer las acciones que nos llevan a experimentar el dolor y el placer y las
que nos llevan por encima de tal polaridad para conocer nuevas y mejores realidades.
Esta
ley nos obliga a ver alrededor el impacto de toda acción, no solo propia sino
también de otros, así como la realidad que creamos constantemente tanto a nivel
individual como en conjunto con otros –los efectos de las acciones del
colectivo humano-. Esta toma de consciencia no puede estar, aislada por lo
tanto, entre las partes de la sociedad, sino verse en relación a la influencia
ejercida sobre los demás. De ahí que sea importante vernos como reflejos
permanentes de nuestro mundo exterior y viceversa, pues esta ley nos ayuda a
ver que la separatividad y el egoísmo son una ilusión en cuanto todas nuestras
acciones están unidas a otras en una interminable red de causas y efectos, que
se convierten en causas de nuevos efectos en una cadena que fluye en cada
segundo de la vida.
Pero
la gran mayoría de los seres humanos actúa sin darse cuenta de la fuerza de
esta ley al punto de dejarse arrastrar por la oleada de efectos que otros
generan por mera inmersión y aceptación de una realidad distorsionada o por
repetición automática de lo que la gran masa realiza, bien sea por educación,
marcas de la herencia o simple sugestión, sin cuestionarse la dirección o los
efectos que puedan producir. Así, los círculos de causa-efecto se
repiten una y otra vez sumiéndonos en un estancamiento evolutivo deplorable.
Cuando
un ser humano decide despertar ayudado por la comprensión de esta Ley, se
convierte en dueño y señor de sus actos, ya que comienza a tomar verdadera
responsabilidad de sus consecuencias, asume su presente, lo confronta y evita
repetir los mismos desaciertos que lo han desviado de su natural y más elevado
Destino. Así esta ley empieza a aplicarse o manifestarse de manera positiva,
los frutos o resultados que obtengamos serán cada vez más dulces y no tan
amargos y eso será la señal de nuestro bien obrar. Ya lo decía el Maestro de
maestros: “Por sus frutos los reconoceréis”, haciéndonos ver que la integridad
humana es reconocida no por las palabras y las actitudes, sino por la realidad
vital que cada uno de nosotros haya logrado crear, los efectos visibles de
nuestra acción en el ahora.
De
esta manera nos vamos alejando del aparente determinismo que nos agita como
viento huracanado debido a los movimientos invisibles de las leyes y nos vamos
acercando al Libre Albedrío, derecho de todo ser capaz de mover el barco de su
vida en la dirección correcta usando estos “vientos” a su favor. Este progreso
representa la verdadera liberación de nuestras propias ataduras internas y
externas, sin olvidar que el comienzo de toda libertad real comienza en la
elección consciente de aquello que nos eleva y no nos suprime, de integrar nuestros
deseos, razones y necesidades a los Principios Espirituales y no a las meras
conjeturas y opiniones sin fundamento de un sistema, una colectividad, una
persona o una mente centrada en la mera supervivencia. Los siguientes artículos pretenden ser una guía para identificar el sustento de nuestras elecciones y
dirigir la mirada a lo imperecedero.
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