sábado, 6 de diciembre de 2014

El pecado, el castigo y la “buenas” acciones


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“Para mí los pecados no existen, al igual que el castigo. Lo que existirían son  buenas o malas  acciones, y lo que diferencia a unas de las otras, es que las últimas se cometen cuando no se respeta el libre albedrío del otro. Y así, con buenas acciones se eleva la vibración espiritual, y con las malas acciones, ésta vibración se hace más densa, sin necesidad de pensar que esta consecuencia negativa se deriva del castigo de Dios.”





Apreciado N.

 La palabra "pecado" tiene una etimología muy antigua y está asociada al término "error" pero dentro de un contexto religioso este error se refiere a nuestro origen humano mortal, o sea a la distorsión genética que tenemos como resultado de la clonación de Jehová. Inicialmente se hablaba de "pecado original" y luego se continuó usando el término "pecados" para todos los demás "errores" morales provenientes de esta base genética distorsionada. En este sentido puedes interpretar que nuestras almas en su estado puro en realidad no tienen "pecados", sino que nuestros errores son resultado de la ignorancia y la carga emocional negativa que tenemos (miedos, odios y vicios) que terminan desconectándonos con nuestra verdadera esencia.
En cuanto a los castigos, son una manera de llamar a aquellos efectos negativos de nuestros propios actos que no son reconocidos como nuestros, sino achacados a otros seres. Nos liberamos así de la responsabilidad de lo que nosotros mismos creamos aun de manera inconsciente, asumiendo que es el otro el que ajusticia nuestros errores. Por eso es cierto que en la naturaleza no existe el "castigo", sino la simple aplicación de la ley de Causa-efecto. Sin embargo en nuestro mundo el castigo existe como medida de "ajusticiamiento" moral, que no es otra cosa que una forma de dominación egoica, una forma totalmente ajena a  los principios universales. Es la herramienta demiúrgica por excelencia para intimidar y generar sentimientos de culpa.
Las acciones que llamas "malas" o "buenas" son categorizaciones subjetivas que van a depender de los principios personales que comprendes y asumes. Una acción "buena" podría ser relativa si la persona no tiene claros los principios universales y las leyes que rigen la vida. Por eso para que una acción sea "buena" o natural, correcta, luminosa, coherente, etc. debe ser consecuente y aproximada a tales principios espirituales y no depende siempre del libre albedrío ajeno. Si se respetara siempre el libre albedrío ajeno a costa de infringir una ley universal, entonces el acto generaría un karma negativo. Ejemplo: ¿Permitirías que alguien abusara sexualmente de ti por respetar su libre albedrío?...¿Considerarías este acto como una "buena acción" porque dejaste que el otro actúe en plena libertad para dañarte?.
Es importante que el libre albedrío se entienda como un derecho que no en todas las personas se ejerce como Voluntad Sagrada, es decir acorde al Bien. Por eso en nuestro mundo existen los condicionamientos al libre albedrío similares a las normas de conducta que se enseñan a los niños que por ignorancia no saben hasta qué punto están generando un daño (a sí mismo o a otros). Las leyes universales -a manera de normas vitales- actúan delimitando el camino del bien, siendo la Ley de Causa-Efecto la más clara en mostrarnos, a través de los efectos negativos y dolorosos que vivimos, las conductas erradas que hemos tenido en el pasado, para encausarnos a la Luz.

Por otro lado no se debe obrar bien para elevarnos vibracionalmente (como si se tratara de una transacción comercial con el mundo espiritual) sino más bien al revés: Nuestras buenas obras son el resultado de un respeto y equilibrio en el cumplimiento de las leyes, el resultado de haber integrado los principios sagrados a la vida cotidiana. Primero salimos de la ignorancia, comprendemos el funcionamiento de la vida y de nuestra psique y como resultado nuestras acciones estarán encaminadas al Bien. Es nuestro nivel de conciencia el que define nuestras acciones, no las acciones de fachada espiritual (hacernos los "buenos") las que nos harán tomar conciencia. Obviamente al actuar bien por ley de causa-efecto los resultados o consecuencias serán positivos, y todo ello mejorará nuestra vida personal; pero el crecimiento espiritual implica un esfuerzo de depurar primero nuestra alma para que podamos obrar bien. No podemos obrar bien si seguimos ciegos e influenciados de emociones nefastas y falsas máscaras del ego.

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