Montones de corrientes religiosas,
filosóficas y esotéricas, bibliotecas enteras y millones de personas instruidas
en el mundo han estudiado al hombre de múltiples maneras y bajo visiones
diversas. Pero acá estamos de nuevo hablando del ser humano sin cansarnos,
porque siempre habrá una manera de comprender mejor una enseñanza, y más aún,
cuando encontramos a menudo, no la unión de las pequeñas verdades, sino la
ilusoria separatividad de los criterios confundiendo nuestra vista y nuestra
mente.
Nuestro
intento ahora es compartir, bajo una postura abierta, una visión del hombre y
su constitución que pueda dar cabida a lo que los Maestros de la humanidad han
venido enseñando desde hace bastante tiempo y ha sido interpretado de diversas
formas; formas tras las cuales buscamos lo esencial. Uno de esos conceptos
esenciales es que el ser humano es un fractal del Universo y de
Dios.
La
frase célebre de Pitágoras: “El hombre es la medida de
todas las cosas”, quizás pueda interpretarse como una expresión
del egocentrismo humano. Pero si vamos más allá de la apariencia y sin
pretender que alrededor del hombre gire el Universo, vemos al ser humano como
parte de la Naturaleza, y no podemos negar que en sí mismo contenga la
expresión de los reinos de la naturaleza que conocemos (mineral, vegetal y
animal) e intuir que si además hay algo en él que lo diferencia de estos
reinos, es porque ese “algo” lo comparte con otros reinos que aun desconoce
quizás, por ser superiores al suyo.
Ese “algo” que muchos asocian con la
mente y con la conciencia del “yo”, diferenciándolo de los otros reinos
inferiores, es aquello que a la vez lo conecta con una realidad superior: el
plano espiritual. Es por eso que la gran mayoría de las corrientes esotéricas
ubican al ser humano en un estado evolutivo intermedio y no en una cúspide de
realización. Las enseñanzas antiguas enseñan que el hombre actual, una vez
logre concebir su verdadera naturaleza humana, superando lo más denso de sus
estados físicos y emocionales, comenzará
a despertar a su vida real, la vida del Espíritu. Esta enseñanza nos muestra,
entonces, que somos una interesante mezcla entre el mundo de lo objetivo, de
los sentidos, de lo físico, y el mundo subjetivo de las ideas, de lo
“invisible”; una mezcla entre la tierra y el cielo, lo cual, si lo vemos de
manera integral, nos muestra que en el ser humano se expresan todos los planos
de la manifestación en sus diferentes órdenes.
Si
a esto le sumamos lo dicho anteriormente: “Una parte del todo refleja al
todo”, esto explica porque somos un microcosmos, en medio de un
Macrocosmos al que le llamamos Universo, y que podemos conocer a este último,
conociéndonos a nosotros mismos. Esto ha sido dicho ya por muchos pensadores de
todos los tiempos y también, por aquellos a quienes llamamos “Maestros” de la
humanidad, quienes seguramente hacen parte de esos “reinos desconocidos”. Son
ellos también quienes han enseñado bajo diversas formas la clave numérica de
aquello que constituye al hombre.
¿Por qué numérica? Los números son un
lenguaje universal, que en el plano físico ayudan en la interpretación de la
realidad física por medio de la ciencia y yendo más allá, para la ciencia
esotérica se descubren como “principios y leyes”. De esto, solo podemos mostrar
evidencia cuando observamos, la expresión del número “7” en la naturaleza.
Ejemplos demostrados por la física son por ejemplo la degradación de la luz en
siete colores, las siete formaciones cristalinas, el sonido musical expresado
en siete notas, los ciclos de la gestación de la vida que llevan el ritmo lunar
de 28 días, 4 fases de 7 días. En la mujer el ciclo menstrual también comprende
4 fases de 7 días y el tiempo de gestación mínimo en el que un feto está
completamente desarrollado para poder nacer es de 36 semanas (9 ciclos de 28
días) y se estima que debe nacer a las 40 semanas (10 ciclos de 28 días).
También el número “3” ha sido
considerado un número sagrado y mayormente se ha visto en innumerables
explicaciones del origen del Universo y del hombre, a través de la mitología de
las civilizaciones antiguas. La “triada “más conocida en occidente a través del
cristianismo es la del Padre, Hijo y Espíritu Santo que se definen como las
tres naturalezas de un solo Dios o “tres personas distintas” en la Unidad. Pero
no es la única expresión triple que se ha dado de la Divinidad. Varias
civilizaciones antiguas han expresado esta característica triple de sus dioses,
asociándolas a fuerzas o principios en todo el universo cuya presencia se
extiende a toda la creación repitiéndose el esquema a medida que llega a sus
reinos inferiores. Los griegos asocian estas tres naturalezas o fuerzas a los
dioses Zeus, Poseidón y Hades; los egipcios tuvieron tres triadas diferentes,
de las cuales la más conocida fue la de Osiris, Isis y Horus; en la india se
conoció bajo los nombres de Brahma, Visnu y Shiva. Y los ejemplos abundan.
Así pues, la insistente presencia del
“3” y del “7” en diversas expresiones religiosas y en las enseñanzas de los guías
espirituales de la humanidad, sin que existan aparentemente algún nexo entre
estos, solo nos muestra que detrás de ello hay un orden natural pre-establecido
que los rige a todos; por eso, el hombre como parte del Universo no está exento
de tener en sí mismo ese orden.
Esto no es gratuito ni casual. Todas
ellas expresan, según lo explica la teosofía y otras corrientes que estudian
comparativamente esos símbolos, los “arquetipos primordiales” o principios
inherentes en el Universo y que provienen del “Absoluto”, o como lo llaman
algunos “Aquel de quien nada puede decirse”. Ellos han interpretado, a través
de la enseñanza antigua, estos principios como: Voluntad, Amor e Inteligencia.
De igual manera las siete formas o leyes en que se expresan estos principios
dan lugar a la organización de toda la creación, de ahí que todas las cosas
muestren poseer siete componentes.
También son muchos los autores que
han escrito acerca de los llamados “cuerpos” del ser humano; pero hay algo en
lo cual coincidimos todos: en que el ser humano es en realidad un Ser
Espiritual que está viviendo una experiencia humana en varios planos de expresión
que pueden resumirse en tres: El plano de manifestación física, el plano mental
o de conciencia, el plano Espiritual o Monádico, que es el plano del origen, de
donde todo procede. En el “Kybalion”, se explican estos planos y se dan a
conocer sus correspondientes divisiones séptuples.
Parece difícil entender cómo todo
procede de ahí, cuando es invisible y no lo podemos ver; cuando carece de forma
y no lo podemos tocar; pero es así, más allá de que nuestra mente aún no esté
preparada para asimilarlo. Sólo podemos decir que ésa es la enseñanza de todos
los tiempos y en varias formas dicha; y quienes van avanzando en el
descubrimiento de sí mismos van encontrando en su progreso evidencias de que es
así. En realidad, nadie puede convencernos de eso, cada uno lo descubre a su
paso.
Cuando un ser está encarnado y tiene
la hermosa experiencia de vida en el Plano Físico, necesita herramientas para
poder expresar su Espíritu. De cada Espíritu emanan sus vehículos como una flor
que se abre en sus diferentes pétalos, como una máquina que requiere de sus
antenas para percibir y las extiende. Los ejemplos son muy pobres a la hora de
expresarlo, pero el Espíritu, se proyecta a sí mismo, para poder reconocerse
como identidad independiente. Dicha identidad la llamamos Alma, y a la suma de
ambos podemos llamarlo Yo Superior cuya experiencia es humana y física, para
diferenciarlo de nuestra personalidad o yo encarnado o inferior.
En
los diversos textos esotéricos se encuentra el concepto del “Ego Humano” como
identidad que posee el atributo divino de la Autoconciencia, y no
como algo inferior que deba rechazarse. Hay que diferenciarlo del concepto
común asociado a la expresión de una identidad enmascarada que está
influenciada por el miedo al dolor y movido por el deseo egoísta. Ese concepto,
en realidad, es el reflejo de la luna sobre el agua, la ilusión que refleja
aquello que es el verdadero Ego sobre la personalidad o “ego inferior” (El
No-yo). Pero cada uno es libre de utilizar los términos que mejor le parezcan.
La aclaración es para evitar la confusión común del lector de textos ocultistas
que a menudo incluyen el término “ego” refiriéndose a esta parte del Alma. El
Espíritu, posee entonces un Alma, identidad que permanece y aprende en sus
múltiples experiencias de vida y que al alcanzar la evolución humana, posee esa
autoconsciencia y con la cual intentamos conectarnos una vez la reconocemos. El
alma es el puente que relaciona nuestro “ego”, no-yo o personalidad, con
nuestro Espíritu.
El Espíritu (cuyo hábitat es el plano
Espiritual) que tiene consigo un Alma humana (que se mueve en el plano Mental o
de conciencia), requiere para actuar y aprender en el Plano de Manifestación
Física sus propios instrumentos, vehículos o herramientas a los cuales también
se les suelen llamar “cuerpos”. Algunos imaginan estos cuerpos como envolturas
del Espíritu. Nuestra visión nos inclina a pensar que a diferencia de esta
imagen donde el Espíritu pareciera estar atrapado en dichos cuerpos, preferimos
visualizar a un Espíritu que es parte y creador de sus vehículos, desplegando
sobre éstos los tres principios antes mencionados y que en el hombre pueden
verse así:
1.
El principio de Voluntad que
le da el poder de volición (decisión) y libre albedrío (elección) a nivel
mental y astral (emocional, a través del deseo); y a nivel más básico se
expresa como principios de Ley y Orden manifestados
en las leyes que rigen la naturaleza física y en la existencia misma de la
materia (véase el Kybalión).
2.
El principio de Amor, principio
de unión y atracción, cuya expresión se diversifica desde los estados más bajos
de instinto hasta el reconocimiento del sentimiento y del altruismo, que opera
a nivel emocional y mental; a todos los niveles, representa el Impulso o motor vital que permite el movimiento y
la existencia misma.
3.
El tercer principio de Inteligencia se expresa a través de las facultades propias de la
razón llevada a la acción, de la inspiración creadora, la autopercepción y en
síntesis a todo desarrollo que conduce al Conocimiento Superior o Conciencia
Espiritual. A nivel físico participa del automatismo adquirido en el sistema
biológico del cuerpo humano permitiendo la comunicación de y transmisión de la
información genética.
Para visualizar de una forma menos
abstracta el descenso del Espíritu desde el plano Mental al Físico podemos
tener en cuenta el siguiente ejemplo: Imaginemos una luz magnética que se
proyecta desde el “cielo” hacia la tierra, pero que para atravesar dicha
“atmósfera” y llegar a la tierra debe atravesar primero el “aire”, el “agua” y
finalmente sumergirse en la “tierra” misma. Si esa luz magnética (que es como
un fuego que no quema), el equivalente al Alma (Yo superior), va descendiendo,
atraerá para si progresivamente los componentes del “aire” (plano mental), y
van formando un vehículo, un instrumento para la mente; atraviesa el “agua”
(plano astral) y va atrayendo los átomos o los ingredientes que proceden del
agua y así se va formando el vehículo que llamaríamos emocional. Y a medida que
atraviesa la “tierra” (plano físico) va usando la esencia de la materia
disponible en el planeta (que al comienzo provienen de un cuerpo ya formado)
todo se unirá finalmente para formar un organismo físico tal y como lo
conocemos. El Espíritu por su parte que es éter en su estado más puro acompaña
al alma en este descenso para dar Vitalidad a todos estos componentes
mencionados y proporciona el torrente eléctrico-magnético necesario para
sostener la vida de todos los vehículos formados.
A continuación resumiremos las
principales características de los “componentes” de un ser humano encarnado,
organizados de manera septenaria, reflejo mismo de la naturaleza, y descritos
en orden ascendente (de lo denso a lo más sutil):
Orden
|
VEHÍCULO
|
DESCRIPCIÓN
|
1
|
Cuerpo Físico Denso
|
Cuerpo orgánico o biológico,
constituido de materia física densa, fácilmente reconocido por nuestros
sentidos comunes.
|
2
|
Cuerpo Físico Etéreo y Energía Vital
|
Comprende la parte del cuerpo físico
que escapa a nuestros sentidos comunes y que mantiene la estabilidad celular,
los fenómenos eléctricos y magnéticos de dicho cuerpo y es receptor y
conductor de la energía solar (Prana). Este vehículo al estar unido a esta
“corriente de vida” o Prana, forma todo un sistema de órganos (chakras) y
canales energéticos, que son visibles al desarrollar los sentidos psíquicos
despiertos.
|
3
|
Cuerpo Astral
|
Es llamado por algunas corrientes
cuerpo “Emocional” ya que una de sus funciones es el desarrollo de la
sensación en sus diversas etapas. También incluye la percepción, por medio de
sus sentidos astrales, del mundo físico más sutil.
|
4
|
Cuerpo Mental Inferior
|
Es el cuerpo que alberga parte de la
Mente humana cuando entra en contacto con el plano físico y permite la
realización de las funciones básicas analíticas, deductivas, ordenadoras,
creadoras, entre otras; conserva una memoria limitada a su vida presente, aunque
muestre reacciones inconscientes por vivencias anteriores. También ofrece al
ser humano la posibilidad de proyectarse al futuro. Todas estas funciones
están influenciadas por el deseo (por el placer y la supervivencia), razón
por la cual se le llama Mente de deseos o Mente Egoísta.
|
5
|
Cuerpo Mental Puro
|
También se le llama
Cuerpo Causal en varios textos y es el albergue de la Mente Pura e Inegoísta
que le da conciencia superior al individuo y preserva la memoria de todas sus
vivencias. En algunos textos esotéricos es llamado el Huevo Áurico que es la
morada del Alma*. Allí se
encuentran la síntesis de todos los aprendizajes (memoria de todas las vidas)
y se desarrollan las facultades para la evolución. A este nivel, los deseos
se transmutan en impulso espiritual y tanto el pensamiento como las
emociones, una vez depuradas, se unifican en estados de conciencia superior.
|
6
|
Cuerpo Intuicional
|
Llamado Cuerpo Búddico o Christico.
Es un cuerpo aun no desarrollado en nosotros, que permanece latente, a la
espera de su despertar una vez entremos en comunicación directa con nuestro
Ser. Los esotéricos se refieren a él como cuerpo de Amor Purificado. Desde
allí nos llegan pequeñas luces de Fraternidad, Servicio y Sabiduría.
|
7
|
Cuerpo Espiritual
|
Llamado Cuerpo Átmico. De igual
manera que el anterior, es un cuerpo latente, con el cual empezaremos a
identificarnos con nuestra Esencia Espiritual. Es el albergue de nuestra
“Chispa Divina”, dentro de lo poco que podemos percibir.
|
[*] Es preciso aclarar que mientras un ser permanece
encarnado el Alma se encuentra en constante interacción con sus vehículos
“físicos”, aunque limitada –por efecto del ego inferior– para transmitir a su
parte encarnada todo el conocimiento adquirido. Cuando el Alma logra expresarse
plenamente desde su plano de origen (Mental) podremos visualizar más claramente
nuestros aprendizajes, búsquedas, la aplicación de la leyes en la vida
cotidiana, las vivencias de manera más nítida; pero si el alma permanece atrapada
a su astral denso por el apego del ego al plano físico dicha visión será más
difícil, distorsionándose su verdadera esencia o incluso negándose a avanzar en
su crecimiento. A eso se refieren los ocultistas cuando hablan de la
“desconexión” y posterior muerte del Alma; nosotros lo interpretamos como una
confusión del Alma al estar inmersa en la “ilusión” y que la hace estar ciega a
su verdadero origen y naturaleza inmortal.
.
Esta clasificación de los vehículos,
hemos procurado que sea abierta e incluyente, teniendo en cuenta las
diferencias conceptuales de las diversas corrientes filosóficas y esotéricas; y
como nada puede estar exento de error, aclaramos que su finalidad no es
mostrarla como última verdad sino aproximarnos básicamente al conocimiento de los
instrumentos que como seres humanos poseemos para llevar a cabo nuestro proceso
evolutivo. Se ha encontrado en la literatura que los primeros 4 vehículos
corresponden a la “Personalidad” del hombre, o “ego inferior”, aspectos cuyo
desarrollo debe irse perfeccionando y coordinando dentro sí mismo, de manera
que su “alineación” logre en él la integración de sus roles del ego o máscaras
psicológicas con las cuales distorsiona su Identidad y una vez se logre esta
primera meta acceder a la comprensión y conexión con su Esencia Espiritual, con
lo cual se abriría el portal hacia los reinos suprahumanos.
Todos estos vehículos están
constituidos de materia (entendida como energía vibrando en diferentes
velocidades), siendo la más perceptible por nuestros sentidos actualmente
desarrollados, la del Cuerpo Físico Denso. Pero para evitar confusiones al
respecto seguiremos llamando al espacio físico donde se da la “encarnación”,
“plano físico”, aclarando que es solo la parte actualmente visible por
nosotros, ya que el plano astral y mental inferior, aun sin ser visibles, se
consideran esotéricamente parte del Plano de Manifestación Física, como ya se
ha mencionado. Por fortuna son cada vez más los seres humanos que han podido
comprender y visualizar la existencia de otras realidades, dimensiones o planos
de conciencia en donde podemos emplear los vehículos más sutiles realizando
acciones de manera menos limitada. Queda a consideración de quienes lean estas
páginas tener en cuenta estos comentarios e investigar más a fondo este
concepto.
Resumen de los tres planos mayores en
los que un Espíritu se mueve bajo la influencia de sus tres aspectos y
principios:
PLANO DE
MANIFESTACIÓN FÍSICA se relaciona principalmente con: |
PLANO MENTAL
se relaciona principalmente con: |
PLANO ESPIRITUAL
se relaciona principalmente con: |
Cuerpos inferiores o de la personalidad: físico o
denso, astral, mental inferior (espejos del plano mental), y su expresión
como roles.
El NO-YO
|
Cuerpo mental superior (causal), y búdico, Alma o
Ego Superior. Estados superiores de conciencia (amor, voluntad,
inteligencia).
PUENTE-CONCIENCIA DEL YO
|
Cuerpo átmico, plano monádico. Energía Universal
o Prana y los vórtices o chakras de cada cuerpo magnético.
ESPIRITU O MÓNADA
|
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