sábado, 18 de octubre de 2014

Falsa Espiritualidad: ¿Evadimos nuestra realidad?



En este mundo de máscaras es muy común encontrarnos con personas que se esfuerzan a diario por mostrar un “aura” de energías positivas sin que sepamos mucho acerca de su vida íntima. Lo que si resulta evidente para los buenos observadores es que muchas de estas personas parecen bastante críticas a todo aquello que no sea de cierto modo “espiritualista”, es decir, de ellas se reciben innumerables críticas sobre la conducta “desamorada” de otros, sobre la falta de “conciencia” en asuntos sociales, especialmente ecológicos, animalistas o de servicio social en general, la falta de “activismo” para defender causas nobles, y la indiferencia generalizada sobre los temas que la “nueva era” propone sobre “elevar las vibraciones”, “conectarnos con la unidad”, sentirnos como una gran familia “galáctica” etc.
Seguramente hemos sabido de personas que utilizan frases en idiomas sánscritos, orientales o chamánicos, para sentirse más en “sintonía” con sus “hermanos”. Asisten a congresos o se adscriben a grupos, no de culto, porque en general “respetan todas las religiones”, pero si en los que se mencionen mensajes espirituales, ya sea de ángeles o de otras dimensiones, comunicaciones con espíritus, aprender a “atraer” rayos espirituales (especialmente el de la abundancia), charlas sobre viajes astrales,  apertura de chakras o recomendaciones para “trasmutar el karma”, y otra serie de actividades que algunos consideran la cumbre de la realización espiritual.
Respetando ante todo la libre elección de cada uno en elegir los caminos que mejor considere para realizar esa anhelada conexión con el alma o el encuentro con respuestas que puedan satisfacer esta innata búsqueda de verdad y claridad, consideramos que hoy en día, por desgracia, algunas de estas bien intencionadas actitudes, resultan ser en muchos casos, tan solo fachadas pseudoespiritualistas, una evasión del verdadero esfuerzo que requiere transformar nuestro mundo interior. Por supuesto, no estamos afirmando categóricamente que todos los que están en esta búsqueda de manera sincera, sean falsos representantes de la espiritualidad-aunque si puedan existir-. Nuestra intención es que las personas aprendamos con una mirada franca a observar si hemos caído en este ámbito del espiritualismo aparente y reenfocar nuestra búsqueda hacia aquellas herramientas y guías que nos confronten más con nuestros roles, sacándonos de la pasajera ilusión de una “paz” prefabricada por autoprogramaciones, que nuestro ego y la sociedad se han encargado de promover.
Aunque muchas personas puedan sentirse mucho mejor, reprimiendo emociones negativas, disimulando roles o realizando ejercicios de respiración y meditación con la finalidad de mantenerse a salvo de “energías negativas” o pensamientos autodestructivos, especialmente si saben que ellos revelarían a ese “despreciable yo” que tanto rechazan en ellos mismos; si el único lugar de refugio que encuentran ante la angustia de confrontar los demonios personales o las atrocidades que protagoniza la humanidad alrededor del mundo, es el pensar en la “conciencia universal” y pretender , por medio de visualizaciones, enviar y recibir “luz”, que es lo mismo que canalizar energía superior;  la realidad que planteamos es que en la mayoría de los casos, estas personas terminan desconectándose de la realidad y acentuando más y sin darse cuenta todo lo más denso de sí mismos.



Y muchos se preguntarán: ¿Por qué afirmamos tal cosa de personas que desde el corazón buscan hacer las cosas de una mejor manera, más iluminada o espiritual?. Porque hoy en día y basados en nuestras experiencias, sabemos que todo camino de rosas no está exento de lidiar con las espinas. Es decir, si en realidad queremos vencer la oscuridad nuestra y la del mundo que nos rodea, no es suficiente con el deseo-por más sincero que sea- de estar en la “luz”, sino sobretodo aprender a conocer esa oscuridad para confrontarla y vencerla. Tener los pies firmes en la tierra es tan –o más – necesario que poder abrir los brazos al cielo.
No estamos tampoco a favor de aquellos que nos presentan a un humano rendido ante sus más bajas emociones, como lo pretenden hacer los creadores de ciertas teorías psicológicas modernas, que justifican y promueven la aceptación de todos las sombras de la humanidad haciéndonos creer que el hombre es así por naturaleza, que es normal que vivamos con diferentes demonios y es solo cuestión de mantenerlos tranquilos… Nuestra visión está a favor de una vida en donde cada ser humano necesariamente y como meta principal de vida deba convertirse en un guerrero, cuya batalla no es otra que la de vencer sus debilidades y parásitos, esos roles de los que hemos hablado en otras oportunidades.
Aunque soñemos con la santidad de aquel que cierra los ojos pensando en un lejano “Dios” y con ello crea haber logrado-por extraño milagro- la remoción de sus vicios o la sanación de su alma y la de otros; pensamos que esto no es más que una publicidad engañosa y pseudomística. Por más poder que tenga la palabra y el pensamiento, ellos solos no actúan en la vida; ni las oraciones solas ni las acciones sin juicio pueden hacer algo por un verdadero cambio en la vida de las personas. Los cambios trascendentales requieren de decisiones conscientes y profundas, y tomarlas, en la mayoría de los casos, resulta siendo un proceso arduo y doloroso, y no un sendero perfumado lleno de angelitos asintiéndonos.



Este proceso tan evadido o escondido incluso por los falsos portadores de verdades pseudoesotéricas, es la Depuración psicológica o también llamada Catarsis, que no es otra cosa que la purificación del alma de la que tanto hablaban los antiguos sabios y promovían las antiguas enseñanzas herméticas. Es el enfrentamiento con todos nuestros odios o rechazos, con nuestros miedos y nuestros vicios como sustento de todos estos falsos personajes que nos enajenan alejándonos de nuestro verdadero Ser. Y la razón por la cual un proceso tan importante para la evolución humana, se haya mantenido al margen del conocimiento que abunda hoy en día, supuestamente asociada al “mundo espiritual”, es que su práctica requiere mucho valor.
En este mundo donde el facilismo impera, aquello que nos desafía, o desacomoda nuestra aparente vida de gozo y satisfacciones –obviamente superficiales-, no es ciertamente muy alentador. A nadie le gusta, por cierto, que sean sacados a la luz sus defectos escondidos. Además, en un mundo donde las distracciones abundan, donde parece ser más importante señalar los errores de otros, salvar las buenas causas, conquistar las grandes metas exteriores, el hecho de enfrentar y recorrer ese oscuro pasadizo que representa nuestra propia vida cotidiana, llena de altibajos emocionales y pequeños fracasos diarios, suele ser mantenido en la mayor reserva o pasada al olvido o al silencio de la complicidad familiar. A menudo tendemos a posponer la guerra más apremiante que todo hombre debe enfrentar, la que se vive dentro nuestro.
Eso sí, no falta quien acumule una gran cantidad de conocimiento a manera de armas de guerra que finalmente nunca son usadas para vencer los enemigos internos, sino tan solo para alardear de ser un “salvador” o difusor de nuevas eras de luz para la humanidad. Y esto nos hace recordar aquella útil sugerencia descrita en el primer capítulo del Libro Tibetano de los Preceptos de Oro–La Voz del Silencio, rescatado por la teósofa H.P. Blavastky- que dice: “Si pretendes cruzar sano y salvo el segundo (el Vestíbulo de la Instrucción), no te detengas a aspirar el aletargador perfume de sus flores”. Y más adelante refiriéndose a aquel Vestíbulo reza: “Cuidado, lanú (discípulo), no sea que, deslumbrada por el resplandor ilusorio, se detenga tu alma, y en su engañosa luz quede presa”
No cabe duda que el mero “saber” –incluyendo ese “buscar sin encontrar” propio del espiritualismo vacío- no solo es insuficiente, sino además una dulce copa embriagadora que puede cegarnos del propósito fundamental de trabajar con nosotros mismos.
Una referencia más moderna de este tema lo describe muy bien este artículo que trascribo, cuya autora hace referencia a una visión bastante acertada de lo que denominan el “bypass espiritual”:

“Los riesgos del bypass espiritual”
http://barcelonalternativa.es/los-riesgos-del-bypass-espiritual/

“¿Alguna vez recurriste a tu espiritualidad para evitar enfrentar un aspecto doloroso de tu vida? ¿Dejaste pasar abusos en nombre de la compasión? ¿Te escudaste en tus aspiraciones más elevadas para evitar sentir celos o enojo, por considerarlas emociones “poco espirituales”? Si la respuesta a alguna de estas preguntas es sí, no estás solo. La mayoría de las personas que transitan el camino espiritual caen en algún momento, sin darse cuenta, en esta distorsión que el psicólogo estadounidense John Welwood bautizó “bypass espiritual” allá por 1984. De hecho, es una ocurrencia tan común en la cultura espiritual reinante, que muy pocos la perciben su existencia y los peligros que trae aparejados.
Autores como Ken Wilber y Robert Augustus Masters incluso advierten que muchos consejeros religiosos y psicólogos transpersonales hoy promueven este error, con las mejores de las intenciones, al proponerle a quienes buscan su ayuda soluciones espirituales a problemas de otro origen (cognitivos, psicológicos, hasta corporales).
El psicoterapeuta Robert Masters dice en su libro Bypass espiritual: cuando la espiritualidad nos desconecta de lo que verdaderamente importa que nuestra dificultad para tolerar y hacer frente a nuestra sombra personal y colectiva es el motor que nos lleva a buscar la espiritualidad como refugio o solución fácil a nuestros problemas. En estos casos, las prácticas o creencias no ayudan a elevarnos sino a evitar el costoso tránsito por el auto-examen y la auto-observación, a acallar la voz interior que nos dice que algo no está bien, a barrer bajo la alfombra conflictos y dificultades que piden a gritos ver la luz del día.
Así lo describe John Welwood, quien acuñó el término a partir de lo que observaba en su comunidad de practicantes budistas, y en él mismo: “Cuando caemos en el ‘bypass spiritual’, usamos la meta de la iluminación o la liberación para racionalizar lo que yo llamo trascendencia prematura: intentar elevarnos por encima del costado crudo y desprolijo de nuestra humanidad antes de haberlo enfrentado verdaderamente y haber hecho las paces con él. Y entonces procuramos usar la verdad absoluta para descalificar nuestras necesidades humanas relativas, nuestros problemas psicológicos, nuestras dificultades vinculares o déficits de desarrollo. Creo que este es una especie de ‘peligro ocupacional’ del camino espiritual, dado que la espiritualidad conlleva la visión de ir más allá de nuestra situación kármica actual”.
¿De qué formas se manifiesta esta tendencia en las personas? En una actitud de desapego excesivo, la represión de ciertas emociones (la tendencia a “anestesiar” la tristeza o el enojo), o a través una compasión ciega, una inclinación exacerbada hacia lo positivo, ignorando o denostando la propia sombra (los aspectos mal vistos de uno mismo). En casos más extremos, puede presentarse, incluso, como delirios de iluminación.
También se denomina a esta tendencia “inflación espiritual”, en referencia la noción de que todo puede trascenderse a pura fuerza de luz y voluntad. Pero ya lo decía C.G. Jung: “Uno no alcanza la iluminación fantaseando sobre la luz sino haciendo consciente la oscuridad”.
Un ejemplo de Welwood, en relación a la práctica del budismo en Occidente: “Si uno intenta practicar el desapego renegando de la propia necesidad de recibir amor, lo único que logra es desterrar esa necesidad al inconsciente, donde posiblemente actúe y se manifieste de maneras potencialmente peligrosas”.
Explica el terapeuta: “Es fácil usar conceptos como ‘la verdad del vacío’ de una manera distorsionada. La enseñanza es que los pensamientos y las emociones no tienen existencia verdadera, que son apenas ilusiones del Samsara (el mundo de las formas), y por lo tanto, no debemos prestarles atención. ‘Debes reconocerlos como formas vacías y, atravesarlos sin más’, es el consejo que reciben los discípulos. Esto puede ser útil en el ámbito de la práctica, pero en situaciones de la vida, esas mismas palabras pueden ser usadas para reprimir o negar sentimientos que requieren nuestra atención. Lo he visto ocurrir en numerosas ocasiones”.
“Temo que lo que muchos budistas occidentales están practicando no es desapego, sino evitación del apego. Esto no es lo mismo que liberación del apego: es otra forma de apego: se apegan a la negación de sus necesidades humanas, por desconfianza en el amor” , subraya.
Este fenómeno se asocia en parte con la explosión de interés en la espiritualidad que acontece en los años 60 y la adopción por parte de Occidente de prácticas y saberes del Oriente; y también con la deformación de estas prácticas y creencias en lo que ha dado en llamarse “espiritualidad de consumo rápido”.
Pero no es privativo de las tradiciones orientales ni de sus prácticas; la oración también puede ser usada como una manera de evitar contactar con las heridas psicológicas y los dolores del corazón.
Lo cierto es que no hay nada instantáneo en el proceso de crecimiento espiritual. Quienes conquistan la madurez en este terreno lo hacen a fuerza de años de trabajo interior y transparencia, sabiéndose pequeños y falibles en cada paso del camino. En términos de Welwood, en ellos la fruta cae del árbol por su propio peso, en lugar de ser arrancada prematuramente de la rama.
Hay en estos seres añejados espiritualmente -sean monjes, maestros o barrenderos- una cualidad de integridad y de arraigo. No son almas descarnadas, ni aparentan serlo. No están, ni se pretenden, más allá de nada. Por esto mismo, son capaces de abrazar la complejidad de quienes los rodean con infinito amor, y mostrar el camino hacia una transcendencia real, sin trampas ni atajos, sin ilusiones de santidad, con simple vocación humana.
No podría desearnos un destino mejor”
Fabiana Fondevila

Ahora que tenemos esta información a nuestra disposición los seguimos invitando como siempre a este desafío del Autoconocimiento, la Autoobservación y la adquisición de herramientas para detener aquello que actúa en nosotros sustituyendo los verdaderos propósitos de nuestra Alma.




Para más información sobre la Terapia De Orientación Psicoespiritual ver “Asesorías” en este blog.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.