por Horacio Velmont
Algunas corrientes esotéricas, como la Teosofía, utilizan la
expresión “Octava Esfera” para denominar a una región donde van a parar las
personalidades que, a causa de sus continuadas malas obras, se desvían
constantemente del camino de la recta evolución, siendo su condena la
separación del origen de su ser y la desintegración y resolución en sus
elementos cósmicos.
Otras corrientes esotéricas la han equiparado al infierno
bíblico, designándola con un numeral negativo: -2… Desde este punto de vista
sería la región donde fue el Maestro Jesús cuando la Biblia dice que “descendió
a los infiernos”. Allí irían las almas de mayor perversidad, es decir que han
cometido los más graves actos hostiles contra sus semejantes, donde sentirían
en sí mismos todo el dolor que han causado a otros y del cual saldrían con solo
darse cuenta de lo que hicieron.
Sobre la Octava Esfera existen otras definiciones, pero las
omitimos porque no interesan a los efectos de nuestra investigación, que
fundamentalmente apunta a explicar el significado bíblico del descenso de Jesús
a los infiernos.
Para aclarar desde el comienzo el tenor de esta nota digamos
que la Octava Esfera no es más que una fantasía, que el numeral negativo (-2)
para designarla es un disparate cósmico y que tampoco el infierno bíblico
existe, por lo menos tal como se lo ha descripto.
La iglesia cristiana es una farsa fundada sobre una
fantasía. Si alguien requiere la confirmación de cuán fácil es para los pocos
controlar a las masas, no necesitan mirar más lejos que a los miles de millones
de personas que han venerado los cuentos de hadas difundidos estos
transcurridos dos mil años por hombres en vestidos largos. Y lo que va para el
Cristianismo va para el resto de ellas, Judaísmo, Islam, Hinduismo y todas las
demás.
Estas religiones fueron creadas por la misma fuerza para
conseguir el mismo efecto y, por lo tanto, los mitos del dios salvador en todo
el mundo antiguo tienen un plan de juego idéntico:
Hemos nacido con el pecado original y por lo tanto somos
indignos pedazos de estiércol desde el día en que asomamos al planeta.
La única forma en que podemos ser salvados es creyendo en el
“Salvador”, que en definitiva implica hacer lo que el clero nos diga que
hagamos. Si no hacemos eso, seremos condenados a las entrañas mismas del
infierno para siempre.
¡Qué culpa y terror ha creado esto durante miles de años!
Hemos escuchado a madres católicas en angustia después de que sus bebés han
muerto preguntándose qué les habrá pasado. Los bebés no podían creer en Jesús
porque tenían solo unos pocos días de edad, así que ¿irían al cielo o infierno?
¿Qué responden a esto los teólogos? Pues que o el alma del
bebé entraría en el limbo (¿hasta cuándo?, uno se pregunta) o sería juzgado en
relación con el comportamiento de los padres. ¡Qué sorprendente tontería!.
Agradezcamos a Dios que el bebé no será juzgado en relación con el
comportamiento de los sacerdotes…
Y si nosotros solo podemos ser salvados creyendo en Jesús,
¿qué hay de todos esos miles de millones de personas durante todo el período
del Cristianismo que vivieron en áreas extensas del mundo que nunca habían escuchado
de Jesús?. ¿Están todos condenados también por falta de información a atizar
los fuegos?
Pedazo de cretino, este Dios cristiano, ¿no? Pero por
supuesto que esto no es verdad. ¿Quién es tan tonto como para creer algo así?
Es todo imaginario, hecho aparecer por arte de magia por los iniciados de la
Hermandad Babilónica de los reptiles para controlar las mentes de las masas.
¿Cómo, no lo sabía? ¡Ahora lo sabe! Dejemos, por lo tanto,
de creer en esas tonterías, que solo nos las han endilgado aprovechándose de
nuestra ingenuidad para manipularnos.
Hemos aclarado todas estas cosas en la sesión del 10/1/13 “El descenso de Jesús “A Los Infiernos”,
que puedes encontrar en este blog. (Ver Maestro Jesús”)
BIBLIOGRAFÍA
* David Icke, El mayor secreto, Biblioteca Pléyades (Cap.
5),
http://www.bibliotecapleyades.net/biggestsecret/bigsec/biggestsecretsp05.htm,
Andrew Werner, La horrible verdad acerca de las religiones,
http://www.bibliotecapleyades.net/biblianazar/esp_biblianazar_43.htm,
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