Cuando una persona descubre de manera consciente que los
mensajes y orientaciones recibidos no siempre son propios de su carácter básico
o personalidad, que dichos mensajes son percibidos de manera inesperada y
pueden llegar a contradecir su pensamiento o sus creencias, que coinciden con
los sucesos que acontecen posteriormente en el plano material, que motivan su
estudio a fondo para poder asimilarlos y no son frutos de su experiencia hasta
que son puestos en práctica, que pueden resultar de gran utilidad para los
demás y generan una tendencia a ser trasmitidos… es muy probable que esta
persona esté canalizando telepáticamente estos mensajes.
Hemos visto que la capacidad de canalizar telepáticamente,
si bien no es exclusividad de unos cuantos “elegidos”, sí constituye una
habilidad que requiere de práctica y conocimiento para desarrollarse y va
depender en gran medida de la disposición biológica del individuo. A medida que
hemos entrado en relación con personas que muestran una tendencia clara a la
capacidad canalizadora, hemos tenido la oportunidad de encontrar diferentes
experiencias, dentro de las cuales las más notorias son las de personas que
tienen algún tipo de antecedente familiar, del cual heredan básicamente una
alta sensibilidad y una habilidad intuitiva marcada. Algunos son descendientes
directos de médiums, otros de “sanadores”, de personas que tienen sueños
premonitorios, entre otras habilidades psíquicas. De alguna manera hay una
especie de “marca” que consideramos biológica, por el hecho de que pone en
evidencia un desarrollo del cuerpo mental a un nivel paranormal, debido
generalmente a un mayor desarrollo de la glándula pineal que predispone a
dichas habilidades, de la misma manera que un niño puede heredar de su padres
su “oído musical” que lo hará capaz de desarrollar a futuro una carrera
musical.
Sin embargo es el niño quien elige de grande si dar vía
libre a esta habilidad convirtiéndola en vocación personal. Así mismo quien
nace con una habilidad psíquica determinada –la capacidad de ampliar la recepción
conceptual es una de tantas–, es libre de prestarle la suficiente atención como
para entrenarla y utilizarla para un fin determinado. Es por esto que no
compartimos la promoción de aquellas técnicas que prometen el desarrollo de la
capacidad canalizadora a niveles que difícilmente se pueden lograr sin esta
base biológica. Estamos más a favor de quienes por experiencia propia y natural
se acerquen a esta habilidad, a través de un proceso de autoconocimiento, con
la consecuente oportunidad de vivir experiencias personales que den señal clara
de su habilidad y que le evite caer en el autoengaño o en la trampa mercantil
del pseudo-esoterismo.
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